La Natividad de San Juan Bautista

de Eugenio Andrés Lira Rugarcía
Obispo Auxiliar de Puebla y Secretario General de la CEM

Hoy celebramos el nacimiento de san Juan el Bautista. El Evangelio nos dice: “Hubo un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan” (Jn 1, 6). Su misión fue preparar el camino de Jesús y dar testimonio de Él (cfr. Lc 1, 17). San Lucas relata el anuncio de su nacimiento que, como destacaba el Papa Benedicto XVI, “se produce… en el lugar de la oración, en el templo de Jerusalén… cuando a Zacarías le toca el gran privilegio de entrar en el lugar más sagrado del templo para hacer la ofrenda del incienso al Señor (cf. Lc 1, 8-20).

Juan el Bautista transcurrió su vida en el desierto, en contacto permanente con Dios y guiando a otros en esta relación que da plenitud a la existencia y la hace eterna. Comenzó su predicación en los años 27-28 d.C., invitando a la gente a prepararse para recibir al Salvador. Para ello, aconsejaba enderezar los caminos desviados de la propia vida (cfr. Lc 3, 4).

Iluminado por Dios, pudo reconocer en Jesús a Dios hecho uno de nosotros para salvarnos, y así lo señaló a otros diciendo: “He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn 1, 29). “…yo lo he visto y doy testimonio de que este es el Hijo de Dios” (Jn 1, 33-36). Así, con Juan, que presenta al pueblo al Mesías esperado, termina el ciclo de los profetas inaugurado por Elías (cf. Mt 11, 13-14), como afirma el Catecismo (n. 719). Finalmente, san Marcos narra cómo el Bautista testimonió con la sangre su fidelidad a los mandamientos de Dios. A propósito de esto, san Beda señala que Juan dio su vida por Cristo, cuando se negó a callar la verdad (cfr. Hom. 23).

Que como él, sepamos defender la verdad sobre Dios, sobre nosoyros mismos, sobre la dignidad humana, sobre el sentido de la vida y de todas las cosas, sobre el camino del auténtico progreso personal y social, y la eternidad feliz que nos aguarda, como lo hizo el beato Juan de Palafox y Mendoza, de quien hoy se cumplen 414 años de su nacimiento, en Fitero, España, y que en 1640 se convirtó en Obispo de Puebla.

Visitador General, Juez de Residencia, Virrey y Arzobispo electo de México, Palafox confesaba: “Yo goberné un tiempo la Nueva España entera en lo espiritual y en lo temporal... y todo andaba derecho... porque sabían ellos que amaba lo bueno y aborrecía lo malo”. Ojalá el ejemplo del beato Palafox, sea para todos un estímulo para vivir como lo que somos a partir de nuestro bautismo: hijos de Dios, que es amor.