Oremos todos, este domingo, por el Papa Francisco

Palabra del Obispo

Oremos todos, este domingo, por el Papa Francisco

Domingo 29 de Junio de 2014

Este domingo 29 de junio, en la solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, la Iglesia entera hace oración por el Papa y le manifiesta su adhesión, cariño y apoyo a través de la ofrenda llamada “El Óbolo de San Pedro”.

Demos gracias a Nuestro Señor que ha dado a la Iglesia, para regirla en el último siglo, a pastores de grandes dotes humanas y virtudes extraordinarias. Entre ellos veneramos a San Pío X, San Juan XXIII, a San Juan Pablo II, así como a los Siervos de Dios Juan Pablo I, y Pablo VI, quien por cierto será beatificado el próximo mes de octubre.

En nuestros días tenemos la gracia de ver lo que no sucedía hace siglos, a un papa emérito, Benedicto XVI, humilde y sabio; y a un papa Francisco, entusiasta y audaz, que en poco tiempo ha conquistado al mundo por su simpatía y liderazgo. Dos hombres muy diferentes en su estilo y temperamento, pero ambos enviados por Dios para cumplir cada uno en su tiempo una misión providencial.

Es motivo de profunda gratitud contar con la persona y el ministerio de Nuestro Santo Padre Francisco. Por supuesto que no faltará alguien a quien le incomode o escandalice su libertad de espíritu y su determinación para realizar algunos cambios en la Iglesia. Es explicable que haya resistencia y hasta oposición de quienes buscan instalarse o se aferran a formalidades que no son esenciales para la misión evangélica.

En particular, me llama la atención en el papa Francisco su manera de discernir y tomar decisiones. Como auténtico jesuita, sigue el método ignaciano de la discreción de espíritus en una oración prolongada, mediante una consulta prudente y conforme a criterios evangélicos. Sin precipitarse pero sin dejar las cosas a la larga, va disponiendo lo que juzga conveniente delante de Dios. Y no ha faltado ocasión en la que, reconsiderando el asunto, da marcha atrás en alguna decisión.

Es patente la simplicidad con que deja a un lado protocolos y rompe esquemas lanzando con audacia iniciativas de gran impacto, confiando siempre en la asistencia divina. Un ejemplo es el hecho de haber convocado a un encuentro de oración en el Vaticano a los líderes de dos pueblos que han vivido en continua guerra, Israel y Palestina, junto al Patriarca Ortodoxo de Constantinopla. El simple hecho de mostrar al mundo las escenas de saludos respetuosos y plegarias sinceras ha sido un grandísimo logro y un signo de esperanza.

Los invito, pues, a que en todas las Misas de este domingo oremos a Cristo, Pastor de nuestras almas, en favor de quien lo representa en la tierra. Pidamos por el papa Francisco para que, con su palabra y su ejemplo, nos confirme a todos en la fe; pidamos también que toda la Iglesia viva en comunión con él, para así dar un signo de unidad y de paz al mundo entero.