Lecturas del sábado, 13ª semana del tiempo ordinario, ciclo A

Pastoral: 
Litúrgica
Date: 
Sáb, 2014-07-05

I. Contemplamos la Palabra

Lectura de la profecía de Amós 9,11-15:

Así dice el Señor: «Aquel día, levantaré la tienda caída de David, taparé sus brechas, levantaré sus ruinas como en otros tiempos. Para que posean las primicias de Edom, y de todas las naciones, donde se invocó mi nombre. –oráculo del Señor–. Mirad que llegan días –oráculo del Señor– en que el que ara sigue de cerca al segador; el que pisa las uvas, al sembrador; los montes manarán vino, y fluirán los collados. Haré volver los cautivos de Israel, edificarán ciudades destruidas y las habitarán, plantarán viñas y beberán de su vino, cultivarán huertos y comerán de sus frutos. Los plantaré en su campo, y no serán arrancados del campo que yo les di, dice el Señor, tu Dios.»

Sal 84 R/. Dios anuncia la paz a su pueblo

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón.» R.

La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R.

El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 9,14-17:

En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?»
Jesús les dijo: «¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán. Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque revientan los odres; se derrama el vino, y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así las dos cosas se conservan.»

II. Compartimos la Palabra

“Mirad que llegan días”

La historia de amor, de las relaciones amorosas que propuso el Señor al pueblo judío, y que quedó sellada en una alianza: “Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo”… fue cualquier cosa menos una historia de solo amor. Yahvé se mantuvo siempre fiel a la palabra dada, a la palabra de amor, pero su pueblo, la mayoría del pueblo, le fue infiel. Le dio la espalda y prefirió el amor de otros dioses, de otros falsos dioses. Conoció los enfados de Yahvé, sus castigos, su deportación a Babilonia… Pero el profeta Amós, nos recuerda que el Señor no puede ir en contra de su palabra de amor, de su alianza, y que la era mesiánica, de la plena aceptación por parte de pueblo del Mesías llegará. Es lo que nos indica en la primera lectura. Antes o después, la era mesiánica llegará, “mirad que llegan días”, y la felicidad será una realidad. Una felicidad descrita con tintes agrícolas, como correspondía a la sociedad de entonces.

Desde la venida de Jesús de Nazaret, el Mesías, sabemos que la era mesiánica es el futuro último para toda la humanidad, donde Dios “será todo en todos” y, por tanto, podremos disfrutar de la plena felicidad.

“El vino nuevo se echa en odres nuevos”

En el diálogo con los fariseos, los que mayoritariamente no aceptaban ni su persona ni su mensaje, Jesús nos ofrece algunas enseñanzas sabrosas. Primera, por aquello de los amigos del novio, mientras esté Jesús con nosotros, con los que hemos aceptado su amistad, la alegría en la zona profunda de nuestras personas debe prevalecer sobre el luto y el ayuno. Y hay que recordar que Jesús nos dice que “estaré siempre con vosotros hasta la consumación de los siglos”. Segunda, en referencia al paño y al vino, lo de Jesús, empezando por su persona, es muy nuevo, tiene muchas novedades respecto a lo antiguo. Tenemos que aceptar todo lo nuevo que nos ofrece Jesús: del Dios juez y castigador hemos pasado al Padre amoroso y perdonador del hijo pródigo y de todos nosotros, el modo de vivir de Jesús, nuestro “camino, verdad y vida”, es la gran novedad que hemos de acoger y de vivir y que supera muchos moldes antiguos.

Fray Manuel Santos Sánchez
Real Convento de Predicadores (Valencia)