Santa Marta: elegir la mejor parte

de Eugenio Andrés Lira Rugarcía
Obispo Auxiliar de Puebla y Secretario General de la CEM

Mar 29 de Julio

Hoy celebramos la memoria de santa Marta, hermana de Lázaro y María, quien vivía en Betania, pequeña población distante unos cuatro kilómetros de Jerusalén, donde Jesús, que vivía en Galilea, acostumbraba hospedarse cuando viajaba a Jerusalén.

En una ocasión, mientras Marta se afanaba en las labores del hogar, su hermana María, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra. Entonces Marta exclamó: “Señor, ¿no te preocupa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude” (Lc 10, 40). A lo que Jesús respondió: “Marta, Marta tú te inquietas y te agobias por muchas cosas, pero pocas son necesarias, o más bien una sola. María ha escogido la mejor parte, que no le será arrebatada” (Lc 10, 41-42).

“María representa el encuentro con Cristo, el encuentro con Dios –explica San Juan Pablo II–. Ella significa abrir la vista interior del alma a su presencia en el mundo, abrir el oído interior a la Palabra de la verdad” (Angelus, 20 julio 1980). De ahí que el Padre celestial haya exclamado: “Este es mi Hijo muy amado ¡Escúchenlo!” Lo más importante en la vida es estar con Dios y dejarse amar por Él para ser instrumentos de su amor.

Marta lo comprendió. Por eso, cuando al morir su hermano oyó que Jesús llegaba, corrió a su encuentro y le confió lo que sentía: “Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano; pero aún ahora yo sé que cuánto pidas a Dios te lo concederá”. Jesús exclamó: “Yo soy la resurrección y la vida. Todo el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá ¿Crees esto?”. Entonces, Marta respondió: “Sí Señor, yo creo que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”.

Como a Marta, Jesús nos recuerda que Él es un amigo y se nos muestra como puerta que da acceso a la vida[7]. “Dice, pues: "El que cree en mí, aunque hubiera muerto (en la carne), vivirá en el alma hasta que resucite la carne para no morir después jamás"[8], como explica san Agustín.

¡Sí! Aquel que cree en Jesús y vive como Él enseña, amando a Dios y a sus semejantes, hace su vida tan plena, que ni la muerte biológica se la puede arrebatar. Porque “La fe en Jesús es el inicio de esta vida sobrenatural, que es participación en la vida de Dios”[9]. Ojalá como Santa Marta, lo confesemos y lo testimoniemos.

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