Jóvenes, que nada les robe la esperanza y el anhelo de vivir plenamente

de Carlos Garfias Merlos
Arzobispo de Acapulco

TIMONEL 3 de Agosto 2014

Queridos lectores y amigos de Mar Adentro: Les saludo con la alegría y la esperanza de que sigamos comprometidos en transformar nuestro mundo en Cristo, nuestra Paz.

Saludo con mucho cariño e ilusión a las y los jóvenes que en este tiempo inician una nueva etapa en su formación profesional. A todas y todos ustedes que cargando sus maletas de esperanza e ilusiones regresan en estos días, o llegan por primera vez, a las universidades, colegios o centros de formación, dentro del estado o fuera de él. Sé que los que llegan por primera vez, lo hacen con el temor de cuando se inicia algo nuevo, desconocido y desafiante. También saludo a los que, por diversas circunstancias o factores no han podido alcanzar un espacio en alguna universidad o centro de formación. No se dejen invadir del desánimo, el coraje o la frustración, al no ver cristalizado su objetivo inmediato.

Queridos jóvenes, que nada les robe la esperanza y el anhelo de realizarse plenamente. Que no se apague en ustedes el deseo de felicidad. No se dejen vencer por las adversidades de la vida y del mundo injusto e inhumano que hemos construido los adultos. No tengan miedo de luchar y de salir adelante en la vida. En ustedes jóvenes se encierra un gran potencial humano y humanizador. Sean siempre libres, auténticos, audaces, creativos, intrépidos en el mundo. No teman ir contracorriente. El mundo y la sociedad necesitan de su fuerza transformadora y revolucionaria, para construir la Civilización del Amor. Utilizando las palabras de nuestro amado Papa Francisco yo también les digo: “Armen un Gran Lío”. Armar un gran lío significa salir siempre adelante, significa nunca conformarse, significa arriesgarlo y apostarlo todo con tal de ser feliz, significa decidirse por construir un mundo más humano, más digno y más justo para todos. Estimados jóvenes, quien no se decide en la vida, vive en la superficialidad, hace las cosas a medias, viven en el anonimato y nunca se compromete. Decídanse por lo bello, lo bueno, lo verdadero y justo en la vida.

Quiero pedir a la Pastoral Juvenil y a cada una de las parroquias, que sigan acompañando de forma integral a las y los jóvenes. En especial quiero recomendarles que acojan a aquellos jóvenes que llegan a la ciudad para iniciar una nueva etapa de su formación profesional, así como aquellos jóvenes que no han podido alcanzar algún espacio en la universidad. Sigamos anunciando la fe que nos abre a todos a un nuevo horizonte.

EL SACERDOTE, UN SER HUMANO

El pasado martes 29 de julio a las 7:10 de la mañana el Padre Ángel Soto, fue llamado a la Casa del Padre. Nació el 15 de Enero de 1954, en Maravatío, Michoacán. Tercero de 10 hijos de José María Soto Quintana y Dolores Mata Melchor. El 15 de Agosto de 1986 recibió la Ordenación Presbiteral en el Templo Parroquial de la Asunción de María en Atoyac de Álvarez, Gro. De manos de Monseñor Rafael Bello Ruiz, Arzobispo de Acapulco. El Padre Ángel se caracterizó por ser humilde, atento, cordial, obediente y servicial. Entre sus feligreses y colegas sacerdotes gozaba de la fama de ser un buen predicador.

La muerte del P. Ángel me permite recordarles que el sacerdote es un ser humano que, a pesar de haber recibo el llamado a una vocación específica en el pueblo, conserva en su identidad la dimensión humana. La vocación sacerdotal presupone la humanidad del sacerdote y Dios de forma misteriosa va realizando en ella su misterio de amor. El sacerdote, como todo ser humano, se enferma, se cansa, se enoja, se entristece, se alegra, llora, ríe y llegado el tiempo del cumplimiento de su misión aquí en la tierra es también llamado por Dios de este mundo a su presencia. No nos quedemos solo con la visión y el trato funcional y formal con el sacerdote, olvidándonos que es un ser humano, una persona. Rompamos las barreras, los prejuicios, las etiquetas, vayamos más allá y alcancemos con nuestros sacerdotes un trato persona a persona.

El próximo 4 de agosto, celebraremos la Fiesta de San Juan María Vianney, Patrono de los Sacerdotes. Acompañemos a los sacerdotes y oremos por ellos, oremos por el eterno descanso del P. Ángel, oremos también por todos los sacerdotes que se encuentran en alguna necesidad. También con ocasión del día del sacerdote en la arquidiócesis estamos organizando una colecta a favor de los sacerdotes. Les pido su cooperación generosa para apoyar las diferentes necesidades de los sacerdotes, pero también les pido que se acerquen a sus sacerdotes, que les pregunten cómo se sienten, qué necesitan, cuáles son sus preocupaciones. Sobre todo les ruego que hagan mucha oración por sus sacerdotes. No se cansen de acompañar y orar por sus sacerdotes.

Con mi oración, cariño y bendición.
En Cristo, nuestra Paz.
+ Carlos Garfias Merlos
Arzobispo de Acapulco.