Lecturas del martes, 20ª semana del tiempo ordinario, ciclo A

Pastoral: 
Litúrgica
Date: 
Mar, 2014-08-19

I. Contemplamos la Palabra

Lectura de la profecía de Ezequiel 28,1-10:

Me vino esta palabra del Señor: «Hijo de Adán, di al príncipe de Tiro: "Así dice el Señor: Se hinchó tu corazón, y dijiste: 'Soy Dios, entronizado en solio de dioses en el corazón del mar', tú que eres hombre y no dios; te creías listo como los dioses. ¡Si eres más sabio que Daniel!; ningún enigma se te resiste. Con tu talento, con tu habilidad, te hiciste una fortuna; acumulaste oro y plata en tus tesoros. Con agudo talento de mercader ibas acrecentando tu fortuna, y tu fortuna te llenó de presunción. Por eso, así dice el Señor: Por haberte creído sabio como los dioses, por eso traigo contra ti bárbaros pueblos feroces; desenvainarán la espada contra tu belleza y tu sabiduría, profanando tu esplendor. Te hundirán en la fosa, morirás con muerte ignominiosa en el corazón del mar. Tú, que eres hombre y no dios, ¿osarás decir: 'Soy Dios', delante de tus asesinos, en poder de los que te apuñalen? Morirás con muerte de incircunciso, a manos de bárbaros. Yo lo he dicho."» Oráculo del Señor.

Dt 32,26-27ab.27cd-28.30.35cd-36ab R/. Yo doy la muerte y la vida

Yo pensaba: «Voy a dispersarlos
y a borrar su memoria entre los hombres.»
Pero no; que temo la jactancia del enemigo
y la mala interpretación del adversario. R/.
Que diría: «Nuestra mano ha vencido,
no es el Señor quien lo ha hecho.»
Porque son una nación que ha perdido el juicio. R/.
¿Cómo es que uno persigue a mil,
y dos ponen en fuga a diez mil?
¿No es porque su Roca los ha vendido,
porque el Señor los ha entregado? R/.
El día de su perdición se acerca,
y su suerte se apresura.
Porque el Señor defenderá a su pueblo
y tendrá compasión de sus siervos. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 19,23-30:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.» Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo.»
Entonces le dijo Pedro: «Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?» Jesús les dijo: «Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros.»

II. Compartimos la Palabra

«Eres hombre y no dios»

El profeta Ezequiel nos relata cómo es enviado por el Señor al príncipe de Tiro para recordarle que, aunque se crea muy inteligente, que sí lo era, o muy poderoso y quisiera encumbrarse, aunque él no lo crea, es simplemente hombre y no dios.

Aunque quisiera entronizarse en trono de dioses y que no haya enigma que se le resista; aunque con su astucia de mercader ha conseguido una gran fortuna, con todo eso se ha querido considerar inteligente como Dios, pero no lo es.

El profeta le advierte: «por toda tu presunción el Señor te castigará. Serás atacado por un pueblo bárbaro y morirás de muerte ignominiosa».

Señor, tu nos has bendecido con algunos dones que nos han permitido conseguir inteligencia o riquezas y nosotros, en vez de reconocer que todo ha sido gracias a ti, nos consideramos autosuficientes y creemos que todo ha sido por nuestros méritos y que gracias a nosotros mismos hemos llegado a lo que somos.

¡Qué inmenso error! Si al fin de cuentas todo nuestro poder, o nuestras riquezas, o nuestra posición, el día en que el Señor nos llame, no nos habrá servido para nada, ya que todo se quedará aquí. Sólo podremos enseñar al Señor como activo lo poco o mucho que de bueno hayamos realizado en pro de los demás.

«Y nosotros que hemos dejado todo y te hemos seguido, ¿qué nos va a tocar?»

Vemos en este pasaje del evangelio de Mateo cómo cuando Jesús le dice al joven rico que lo deje todo y le siga éste prefiere quedarse con su excelente situación económica y no repartirlo entre los pobres.

Jesús, al ver la actitud del joven, exclama la conocida sentencia de que «es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, a que un rico entre en el Reino de los Cielos».

Los apóstoles alarmados preguntan a Jesús que, si es así, quién se puede salvar y Pedro, impetuoso como siempre, pregunta «y nosotros que lo hemos dejado todo y te hemos seguido, ¿qué nos va a tocar?».

Jesús nos da a entender que nuestro compromiso con Él no puede ser a medias, no podemos aferrarnos a las prebendas de este mundo y, al mismo tiempo, decir que seguimos a Jesús.

El seguimiento del Señor es un seguimiento sin condicionantes, una entrega total y, al mismo tiempo, desinteresada. Ya lo dice Jesús que si lo hacemos así, nuestra recompensa la recibiremos cuando lleguemos al Reino; mientras, aquí, debemos soportar la incomprensión, la envidia, el odio, etc. Por lo tanto, el seguimiento no es fácil. No va a ser un camino de rosas.
Aquellos que buscan encumbrarse, destacar sobre los demás, que les reconozcan sus méritos, eligen un camino equivocado, ya que Jesús anuncia que muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros.

Con esta actitud, Jesús nos enseña el camino para llegar a ser «el servidor de los siervos del Señor». Hacer como Santo Domingo de Guzmán, que renunció a todo, honores, posición dinero, con tal de seguir la predicación que se le había encomendado y cuando en el primer capítulo general de Bolonia fue elegido el Primer Maestro de la Orden dijo a sus frailes que habían cometido una equivocación, pues él no era digno de llevar esa responsabilidad.

Pidamos al señor que nos ayude a no aferrarnos a este mundo, con sus seducciones, sino que, a imitación de tantos, sepamos entregarnos a los demás sencilla y totalmente.

D. José Vicente Vila Castellar, OP
Fraternidad Laical Dominicana Torrent (Valencia)