No son los milagros extraordinarios los que cambian el corazón

de Enrique Díaz Díaz
Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas

4 Septiembre

AUDIO

1Corintios 3, 18-23: “Todo es de ustedes, ustedes de Cristo, y Cristo es de Dios”, Salmo 23:“El Señor bendice al hombre justo”, San Lucas 5, 1-11: “Dejándolo todo, lo siguieron”

Retomando las palabras de Pablo: Todo es de ustedes, ustedes son de Cristo y Cristo es de Dios, iniciamos nuestra reflexión. Todo parece muy normal en el escenario a orillas del lago de Genesaret. Es la escena familiar y cotidiana de un grupo de pescadores: lavar las redes, ponerlas a secar, sacar la barca, recoger los peces… y hasta ahí, hasta lo ordinario, llega Jesús de un modo extraordinario. Jesús inicia su mensaje de salvación desde una barca de pescadores desalentados por la pobre pesca lograda después de una noche de labor.

Es la misma situación de un pueblo que ha luchado y esperaba durante años la liberación, la abundancia, que se encuentra bajo la opresión del Imperio Romano y que ha ido perdiendo poco a poco sus esperanzas. Pero ahora desde esa barca se despiertan nuevas ilusiones y se escuchan palabras que renuevan la esperanza y que alientan a seguir luchando. No son las mismas promesas de siempre, es una buena nueva que toca el corazón y hace renacer las fuerzas.

Después las palabras que muchas veces hemos escuchado y que siempre tendrán para cada uno de nosotros un nuevo sentido: “Lleva la barca mar adentro”, rema mar adentro, lánzate de nuevo. No valen las excusas del cansancio o de anteriores fracasos, siempre está Jesús para acompañar y para despertar los deseos de una nueva empresa que logre al fin la liberación prometida. Los reclamos de Pedro terminan poniendo su fe en la “Palabra” que habían escuchado. La pesca es sorprendente.

Hoy también Jesús se acerca a nosotros, allí donde vivimos lo cotidiano y ordinario de la vida, allí donde parece que se han perdido las esperanzas, allí donde parecería que ya hicimos todo y no hemos obtenido frutos. Pero si escuchamos esa “Palabra” dicha con sencillez, si nos dejamos acompañar, si hacemos como Él nos dice, no dudemos que podremos obtener una pesca maravillosa. No son los milagros extraordinarios los que cambian el corazón, son los que brotan de transformar cada momento de nuestra vida en una acción de fe y esperanza, en un momento de encuentro con el Señor.