XXV Domingo del Tiempo Ordinario, ciclo A

“Nuestros caminos son vuestros caminos…”

Primera lectura: (Isaías 55,6-9)

Marco: El contexto es el final del Segundo Isaías. La lectura es un última exhortación a participar en los bienes de la nueva alianza y a convertirse mientras aún es tiempo. Evocan la invitación al banquete de la Sabiduría.

Reflexiones

1ª) ¡Urge buscar al Señor mientras está cerca!

Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras está cerca. En la Escritura se insiste en la actitud y necesidad de búsqueda* que constituye uno de los hilos importantes que conducen la historia de la salvación. Dios está cerca de los hombres, por tanto se le puede encontrar siempre. Esta búsqueda de Dios requiere una intensa dedicación y la apertura sincera del corazón* y requiere unas condiciones propicias. Hoy como ayer la urgencia y necesidad de la búsqueda de Dios sigue siendo una tarea central para la felicidad del hombre. Dios sigue en medio de nuestra humanidad. Cristo sigue escondido y es necesario dedicarse con ahínco en su búsqueda. El beneficiario del encuentro es el hombre mismo. Jesús se esconde en el Pan, en la comunidad de los hermanos, en la Palabra, en los pobres y en los que sufren. ¡Y en los acontecimientos que nos descontrolan y nos desconciertan! Los discípulos de Jesús tenemos la misión de realizarlo, vivirlo y anunciarlo para bien de la humanidad.

Que el malvado abandone su camino... Una lectura atenta de los profetas nos mostrará con toda evidencia la presencia de la necesidad de rectificación, cambio de actitudes frente a Dios y frente a los hombres más concordes con la alianza del Sinaí y sus exigencias. Igualmente es necesario revisar la comprensión que tenemos del Dios que se ha revelado y ha actuado en la primera etapa de la historia de la salvación recogida y narrada en el Antiguo Testamento. También una lectura reposada nos convencerá de la certeza de que Dios es considerado como el Dios fiel y el Dios misericordioso (Ex 34, 6-7). Esta comprensión de Dios como benigno y misericordioso está presente a lo largo de toda la Escritura.

2ª) ¡Qué distancia entre los planes de Dios y los de los hombres!

Mis planes no son vuestros planes... Ciertamente otra verdad básica de la Escritura es la distancia de Dios en relación con el mundo creado y con el hombre que es infinita, inalcanzable. La comprensión de Dios como un ser espiritual fue evolucionando poco a poco. Una de las aportaciones más significativas del profeta-poeta es la comprensión de Dios como un Dios universal, espiritual y salvador para todos. La lejanía de Dios se hace cada vez más infranqueable o, mejor, se comprende cada vez con más claridad que es infranqueable por el hombre. Aunque quisiera, no le sería posible entrar en el misterio de Dios y sustraerle sus planes.

Dios será siempre el que está muy por encima, mas allá de las posibilidades humanas de comprensión. Sin dejar de ser un Dios cercano y providente que se ocupa de las necesidades de los hombres con singular solicitud y atención. Los planes de Dios corresponden a su providencia universal. Por tanto, ningún plan del hombre puede adecuarse a los planes de Dios. Hoy como ayer es necesario que el hombre se sienta muy cercano de Dios o, mejor, que Dios está muy cercano al hombre. Pero a su vez el hombre moderno debería estar dispuesto en su corazón a aceptar que Dios es el Otro que le desborda por todas partes. Por el contrario, el hombre está invitado a descubrir en sus propias conquistas la mano oculta y misteriosa de un Dios que, desbordándolo, lo acompaña y ayuda en su progreso legítimo y provechoso para las personas humanas imágenes vivas suyas.

Segunda lectura: (Filipenses 1, 20c-24. 27a)

Marco: La lectura de hoy recoge los desahogos del apóstol: está prisionero y algunos se aprovechan de esta circunstancia para hacer más dolorosa la situación del apóstol. Sale de su corazón una página inigualable en sensibilidad y sufrimiento íntimo del apóstol a causa de la misión recibida.

Reflexiones

1ª) ¡Pablo se siente íntimamente unido al destino de Cristo en su propia experiencia!

Cristo será glorificado en mi cuerpo... La experiencia martirial de la vida cristiana, recibida desde el bautismo, llega ahora en la historia personal de Pablo a un punto de singular dramatismo. Pablo teme por su vida de modo inminente y, en esta situación, exclama que él se encuentra identificado con el destino de Jesús. Por tanto, en vida o en muerte, él vive la experiencia martirial de su Maestro y Señor. La experiencia del Pablo místico se refleja en esta frase lapidaria. Había predicado siempre el misterio pascual y ahora se hace presente en su vida. Su esperanza se convierte ahora en una realidad a punto de consumarse y coronarse.

Estas palabras hay que leerlas en el contexto real en que se encuentra Pablo prisionero y amenazado de muerte con la que se identificaría de modo real con él. Y, en consecuencia, se abriría el camino definitivo para participar en su gloria. No obstante este anhelo profundo de su corazón, ya maduro y curtido en tantos trabajos y tribulaciones apostólicos, Pablo se encuentra en un debate interior y en una encrucijada muy compleja: ¿Qué es lo mejor para él? ¿Qué es lo mejor para la Iglesia? ¿Cuál es el proyecto de Dios en este momento de su vida? No sabe qué escoger. He ahí una ventana por la que podemos acceder a la grandeza de ánimo del apóstol. La elección ha quedado sin definir.

La historia diría y dijo que aún debía seguir gastando su vida por la causa del Evangelio unos años más. En un mundo en el que los hombres y mujeres están sujetos a profundos debates, Pablo sigue siendo un modelo de realismo y de lealtad a una misión. Hay un criterio que fue válido entonces, lo es ahora y lo será siempre, cuando en las dudas la balanza se inclina a favor del bien del otro, este criterio es válido y auténtico.

2ª) ¡Lo importante es que la Iglesia siga caminando según el Evangelio!

Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo. En todo caso, el apóstol adopta la actitud habitual en él: es necesario seguir adelante hasta la meta donde nos espera Cristo Jesús glorioso. Esta actitud es la habitual en él. En el ínterim es necesario conducir la vida según el Evangelio en todos sus aspectos. Lo importante es la vida y su interpretación y orientación desde el Evangelio. Este es un valor importante y que es necesario mantener y acrecentar. Estamos en camino y en avance continuo. Hay un futuro por delante que colma las durezas del itinerario y este futuro lo labra el creyente en la experiencia presente del Evangelio. Sólo así es posible y realista la esperanza.

Hoy necesitamos estar convencidos de que sabemos hacia donde dirigimos nuestras vidas. Los creyentes pueden aportar un gran valor a los hombres y mujeres con los que comparten este momento de la historia. Afirmar con la palabra y con el testimonio sincero que hay un futuro seguro por delante, es una oferta al hombre moderno de incalculable valor y de importantes consecuencias para conducir la vida personal y social.

Evangelio: (Mateo 20,1-16)

Marco: Pertenece al quinto bloque narrativo del relato mateano. Es una parábola*. En este caso no seguiremos el esquema habitual del comentario al texto evangélico. Entiendo que sería muy pedagógica esta otra presentación que ilumina muy adecuadamente la parábola. Jesús, sin duda alguna, tuvo unos oyentes a quienes dirigía las parábolas. Y cuando muere y resucita y envía a los apóstoles a predicar, las parábolas se convierten en material de enseñanza para la comunidad. Esta parábola tiene dos moralejas*, y la segunda es más importante que la primera en el plano de la parábola.

Reflexiones

Habría que seguir este itinerario en forma de retroceso en la interpretación de la parábola:

  1. Esta parábola se utilizaba hace un tiempo para iniciar el tiempo de penitencia. Y se presentaba junto con 1Cor donde Pablo utiliza el símil de los que corren en el estadio. ¿Qué quería enseñar la Iglesia en el pórtico del tiempo de penitencia? Que hay que estar dispuestos a privarse de lo que sea para conseguir la meta del Evangelio y su premio. Si retrocedemos hasta la interpretación patrística, encontramos dos entre otras muy características: la una, entiende las distintas llamadas de los obreros a la viña como las distintas etapas por las que ha pasado la historia de la salvación desde Adán hasta la escatología* final (S. Ireneo); la otra, las entiende como significativas de las distintas edades del hombre en que puede ser llamado por Dios a la fe y al evangelio (Orígenes). Ambas interpretaciones son alegóricas (la parábola* se distingue de la alegoría*).
  2. Si retrocedemos hasta finales del s. I, hemos de observar cómo se ha transmitido en el texto evangélico este relato parabólico de Jesús. En algunos códices terminaba con una frase general: Muchos son llamados y pocos los escogidos. Se trata de una conclusión generalizadora para poder aplicarla a los miembros de la comunidad. Pero esta frase no encuentra su lugar propio aquí, sino en Mt 22 (parábola de los invitados a las bodas), porque todos reciben un denario. Y aquí sí que alguno queda excluido y, por tanto, encuentra su lugar apropiado. Un copista introdujo esta frase al final de la parábola de los obreros enviados a la viña para hacerla más extensiva en la comunidad.
  3. El texto del propio Mateo terminaría con esta final: Los últimos serán los primeros y los primeros los últimos. En este caso la parábola habría sido proclamada por Jesús para significar el cambio de orden en la retribución por el trabajo. En este caso sobraría media parábola (vv. 9-16), puesto que todos han recibido ya su salario según el v.8. Este versículo encontraría mejor su lugar en el c. 19,30. Además el v. 8 no habla expresamente o únicamente de un cambio de orden, porque se puede traducir adecuadamente de otra manera: Llama a los jornaleros y págales el jornal, incluidos los últimos. Esta traducción es posible y podría apoyarse en el texto de Jn 8,1-11. Lo que llama la atención a los que trabajaron desde primera hora y, en consecuencia, provocó su ira y rechazo no es el cambio de orden sino que se dé a los últimos la misma cantidad que a ellos que han soportado el peso del día y del calor. ¡Eso no les parecía una distribución justa y equitativa entre el servicio prestado y el premio recibido! ¡Y se rebelan contra el patrono!
  4. Llegamos al propio Jesús. Si la parábola carecía de las finales generalizadoras, terminaba en el v. 15: ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno? ¿Intentaría Jesús con esta parábola manifestar principalmente la bondad, misericordia y generosidad de Dios para con los necesitados, los pobres y los pecadores?... En este caso sobraría la segunda mitad de la parábola, porque en el v. 8 se nos dice que todos recibieron lo mismo no por un capricho del patrono ni por un gesto incontrolado de generosidad y liberalidad. Todos reciben un denario, es decir, lo que toda familia normal en tiempos de Jesús necesitaba para adquirir lo necesario para vivir. Estaba en juego la propia vida. ¡Dios es así! No quiere que nadie se pierda, que a nadie falte lo necesario. Pero en este caso, insisto, sobra la segunda parte de la parábola. Y, precisamente, en las parábolas con doble moraleja*, la segunda es más importante que la primera en el plano de la parábola.
  5. ¿De qué habla la segunda parte: vv.9-15)? ¿Cómo termina? Con un agudo y denunciador interrogante. En la segunda parte surge un problema que aparece en otras partes del evangelio: los murmuradores. ¿De qué murmuran aquellos jornaleros llegados a primera hora? De que los últimos sean equiparados a ellos y reciban el mismo premio o, mejor, de que los últimos hayan recibido tanto premio por tan poco tiempo de trabajo. Para esto no valía la pena el esfuerzo realizado, piensan. ¡El patrono no es justo con nosotros, juzga con evidente parcialidad! Ahora entendemos mejor para qué pronunció Jesús esta parábola: para salir al paso de quienes en la vida real se parecen mucho a esos jornaleros descontentos que se atreven a murmurar del patrono porque se ha excedido en generosidad con los últimos. Estos se parecen a los fariseos, por ejemplo, que siguen siempre a Jesús y protestan agriamente de la bondad de Jesús con los pecadores. ¡El Padre es así! ¿Os atrevéis a murmurar contra él?... La parábola es una defensa del Evangelio del perdón y de la misericordia contra los fariseos que la rechazan rechazando a Jesús, su mensajero. Una parábola que encaja perfectamente en la vida real de Jesús y que es una advertencia severa para todos los tiempos.

En el campo exhortativo y parenético podemos decir que esta parábola, al conservar las dos partes, nos permite dirigir la atención en dos direcciones: a la parábola como salió o debió salir de labios de Jesús que es una llamada severa de atención contra los que hoy se atreven a levantar la voz contra la misericordia, la paciencia, la ternura y la indulgencia de Dios. Contra los que querrían que Dios actuara con mano más dura en un mundo de desmanes en todos los órdenes. Este Dios no es bueno, ni justo, ni fiable. Por otra parte, esta parábola con las adiciones y explicaciones nos inclina a contemplar dentro de la misma Iglesia a quienes murmuran del proceder cotidiano de la providencia. A quienes murmuran de todo lo que no les encaja en su marco de comprensión de las cosas y de los acontecimientos.

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)