Lecturas del viernes, 28ª semana del tiempo ordinario, ciclo A

Pastoral: 
Litúrgica
Date: 
Vie, 2014-10-17

I. Contemplamos la Palabra

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1,11-14:

Por medio de Cristo hemos heredado también nosotros, los israelitas. A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria. Y también vosotros, que habéis escuchado la palabra de verdad, el Evangelio de vuestra salvación, en que creísteis, habéis sido marcados por Cristo con el Espíritu Santo prometido, el cual es prenda de nuestra herencia, para liberación de su propiedad, para alabanza de su gloria.

Sal 32,1-2.4-5.12-13 R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad

Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R/.

Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12,1-7:

En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros. Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos:
«Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea. A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más. Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar al infierno. A éste tenéis que temer, os lo digo yo. ¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por lo tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones.»

II. Compartimos la Palabra

El judío Pablo sigue con su “fijación” por los paganos y gentiles, una vez que los de su pueblo rechazan al Mesías. Por eso, les dice a aquéllos: “Vosotros, que habéis escuchado la extraordinaria noticia de que habéis sido salvados, y habéis creído, habéis sido marcados por Cristo…” Al final, todos los creyentes formaremos un solo pueblo, el de Dios Padre; todos salvados por Cristo y marcados por el Espíritu.

En el Evangelio, Jesús se dirige a sus discípulos y a una multitud que le seguía, y les da unas recomendaciones para que vayan transformando sus vidas, evitando conductas y formas de ser “tóxicas”, y siguiendo el modelo suyo, en la doble vertiente de lo que dice, lo que hace, y cómo lo hace.

Valores y “valores”

Jesús les habla de valores y contravalores; pero éstos, para los que los poseen, son tan valores como los que más. Por eso, llamándolos como ellos, los “contravaloramos” como Jesús, aunque presumieran de ellos los fariseos de entonces y lo sigan haciendo los de ahora.

“Cuidado con la levadura de los fariseos”. Jesús sabía perfectamente quiénes eran los fariseos y su poder fáctico, pero se lo dijo porque eran unos hipócritas. ¿Recordáis lo que hizo el Papa Francisco hace unos días con otros “fariseos” de cuya levadura había que tener cuidado? Lo mismo. Hizo una visita vespertina a Caserta, la ciudad principal del territorio del clan Caseleci, la mafia de la zona de Nápoles, y en su homilía tuvo la valentía de denunciar su hipocresía, su anarquía y su corrupción. Poco más tarde, en Calabria, llegó a decir a los mafiosos que estaban excomulgados, “por su adoración al mal”. Y se quedó tan ancho, aunque no ignorara las posibles consecuencias.

Jesús y el Papa Francisco nos piden que seamos coherentes como ellos. Que tengamos cuidado con los hipócritas y con su fermento para que no lleguemos a contagiarnos de ese contravalor. Nos piden que tengamos el fermento y la levadura de un corazón limpio, pacífico y transparente, que contagie a cuantos contacten con nosotros, de estos valores evangélicos.

“No tengáis miedo”. Siempre nos quedará la confianza

Y Jesús, después de decir lo que dijo a los fariseos, nos pide no tener miedo. Y el Santo Padre, después de denunciar a los mafiosos su maldad y toxicidad, nos pide lo mismo: valentía para, con alegría, seguir anunciando el Evangelio y denunciando sus contravalores.

¿Porque, ignorando las posibles consecuencias, soñamos con un baño de masas que aplaudan nuestra sinceridad y valentía? No. Sabemos cómo acabó Jesús y cómo lo hicieron sus discípulos más directos. Sino porque al final, “nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse”. Al final triunfará la verdad, la autenticidad y la coherencia; pero eso al final. De momento, lo nuestro es sembrar a manos llenas y, sobre todo, a vida llena.

Y hacerlo con las formas de Jesús, respeto, libertad, compasión, misericordia. Y que nos vean, como a él –como al Papa Francisco- sin miedo, con confianza. Porque los poderes de este mundo sólo pueden matar el cuerpo, no pueden hacer más. Y, sobre todo, porque lo mismo “que Dios no se olvida de ningún gorrión, aunque se vendan por dos cuartos, nosotros hasta los pelos de nuestra cabeza tenemos contados”. Jesús, con un enorme cariño y ternura, nos dice que “no hay comparación entre nosotros y los gorriones”. Si lo creemos, surgirá espontáneamente en nosotros la confianza; y con ella, la paz. Y estemos seguros que, con confianza en Dios, no en nosotros, y con mucha paz, nuestras palabras, nuestras acciones y nuestra vida serán creíbles. Como las del Papa Francisco; como las de San Ignacio de Antioquía; como las de Jesús.

Fray Hermelindo Fernández Rodríguez
La Virgen del Camino