(RV).- «El gran Pablo VI», ha dicho en numerosas oportunidades el Papa Francisco, destacando el testimonio petrino del Papa Montini. En particular, su amor a Cristo, su amor a la Iglesia y su amor al hombre. «Pablo VI supo testimoniar, en años difíciles, la fe en Jesucristo. Resuena aún, más viva que nunca, su invocación: «¡Oh Cristo, Tú nos eres necesario!». (Discurso del Papa Francisco a peregrinos de la diócesis de Brescia, 22 de junio de 2013)
«A la Iglesia, a la queridísima Iglesia católica, a la humanidad entera, mi Bendición Apostólica», escribió el Papa Giovanni Battista Montini en su testamento espiritual, al cerrar los ojos «sobre esta tierra doliente, dramática y magnífica, implorando una vez más sobre ella la Bondad divina...».
De los archivos sonoros de nuestra emisora, les ofrecemos unos instantes, con la voz en español de Pablo VI, cuarto Papa de Radio Vaticano, cuyo pontificado empezó el 21 de junio de 1963, finalizando el 6 de agosto – solemnidad de la Transfiguración del Señor - de 1978, cuando, como él mismo escribió en su testamento espiritual, terminó su peregrinación terrena. Fecha, la del 6 de agosto, que coincide también con el mismo día que eligió como fecha para su primera encíclica Ecclesiam suam (1964).
Algo más de dos meses antes de su fallecimiento, el 31 de mayo de 1978, en su audiencia general de ese día, el Papa Montini reflexionó sobre «qué hace la Iglesia en medio del mundo contemporáneo tan ajetreado, en el trabajo febril, productivo y utilitario», para responder que «la Iglesia es madre y maestra y testimonia el amor concreto de Dios, recordando el mandato de Cristo a ir y enseñar a todas las gentes». En sus saludos en español, hizo hincapié en «la íntima felicidad que proporciona vivir según el Evangelio»:
«Queremos enviar a los fieles de lengua española un cordial saludo asegurándoles que están siempre presentes en nuestro recuerdo y en nuestra plegaria. Les agradecemos las constantes muestras de fidelidad y de afecto que testimonian al Sucesor de Pedro. A la vez, que les deseamos sientan la íntima felicidad que proporciona vivir según el Evangelio. Con estos votos y esperanzas les imparto la Bendición apostólica»
(CdM – RV)