Lecturas del miércoles, 29ª semana del tiempo ordinario, ciclo A

Pastoral: 
Litúrgica
Date: 
Mié, 2014-10-22

I. Contemplamos la Palabra

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 3,2-12:

Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor vuestro. Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, del que os he escrito arriba brevemente. Leedlo y veréis cómo comprendo yo el misterio de Cristo, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y participes de la promesa de Jesucristo, por el Evangelio, del cual yo soy ministro por la gracia que Dios me dio con su fuerza y su poder. A mí, el más insignificante de todos los santos, se me ha dado esta gracia: anunciar a los gentiles la riqueza insondable que es Cristo, aclarar a todos la realización del misterio, escondido desde el principio de los siglos en Dios, creador de todo. Así, mediante la Iglesia, los Principados y Potestades en los cielos conocen ahora la multiforme sabiduría de Dios, según el designio eterno, realizado en Cristo Jesús, Señor nuestro, por quien tenemos libre y confiado acceso a Dios, por la fe en él.

Is 12,2-3.4bcd.5-6 R/. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes del Salvador

Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R/.
Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R/.
Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti el santo de Israel.» R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12,39-48:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»
Pedro le preguntó: «Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?»
El Señor le respondió: «¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá.»

II. Compartimos la Palabra

“Se me ha dado esta gracia: Anunciar la riqueza insondable que es Cristo”

Pablo es consciente de haber recibido una misión:”Anunciar a los gentiles la riqueza insondable que es Cristo”.

Esta misión es fruto de una experiencia: la de haber vivido el encuentro personal con el Dios que es Gracia y que se revela en Jesucristo. Un Dios que se desborda en amor para todos, más allá de raza, pueblo, nación o religión.

Es esa gratuidad del amor la que salva y no los méritos o nuestro esfuerzo. Esta es la convicción de Pablo, el centro de su fe y de su mensaje. Esta es la fe que nos libera porque en Cristo “tenemos libre y confiado acceso a Dios por la fe en él.”

¿Vivimos nosotros la fe como una experiencia de Gracia? ¿Nos sentimos realmente agraciados, es decir, percibimos en la vida de cada día y en lo que nos ocurre el Misterio del Amor de Dios hecho don? ¿Es la acción de gracias lo que predomina en nosotros?

Sólo desde esta experiencia puede brotar una transmisión gozosa y alegre del Anuncio de Cristo que realmente contagie, plantee preguntas, que atraiga y genere el deseo de descubrir y encontrarse con Cristo.

El mundo de hoy necesita personas que vivan con fuerza de esta fe que Pablo nos transmite. Ojalá nosotros cada día podamos cultivarla y abrirnos a ese Misterio escondido y a la vez presente en medio de nosotros.

“A la hora que menos penséis, viene el Hijo del Hombre”

Me parece que a veces hemos escuchado esta frase del Evangelio como una amenaza pero ¿Cómo va a ser amenazante la llegada de aquel que es la encarnación del Dios de la Vida? ¿Cómo no desear su llegada, su presencia, entre nosotros?

Es el deseo el que alienta la espera, la actitud vigilante, el estar despiertos a que se nos invita. Una espera activa que se concreta en ser como ese administrador fiel y solícito a la tarea encomendada que se nos presenta en la parábola de hoy. Y esto tiene que ver con la atención y el cuidado del presente, con cultivar una actitud de tomarse en serio la vida de cada día desde los valores del Evangelio, no como una imposición, sino como algo que brota de un corazón seducido por aquel que es el dador de la Vida y del sentido de la nuestra.

El dueño confía su casa al administrador. El Señor nos confía, pone en nuestras manos una parcela de su creación: es el pedacito de historia que nos ha tocado vivir, con la gente y las situaciones que forman parte de ella, los caminos que vamos transitando, las situaciones que se nos presentan. Es el don recibido: lo podemos vivir como carga, como peso, o como una pequeña planta, germinal, que hay que llenar de cuidados para que crezca. ¿Cómo vivimos nosotros la relación con nuestra misión? ¿La vivimos con pasión o como peso?

Con frecuencia nos cansamos de las cosas, perdemos ilusión, fuerza. Quizás esta pérdida de pasión en lo que hacemos y vivimos tiene que ver con la falta del cultivo de la espera, del deseo de Dios y esperamos y deseamos muy poquito.

Que la alegría de la presencia del Señor que viene y viene siempre nos devuelva la pasión por el Evangelio y por la misión a la que el Señor nos llama hoy.

Hna. María Ferrández Palencia, OP
Congregación Romana de Santo Domingo