2014-11-13 Radio Vaticana
(RV).- A las 10.30 de este miércolesel Santo Padre celebró la tradicional audiencia general en la Plaza de San Pedro ante la presencia de varios miles de fieles y peregrinos procedentes de numerosos países, deseosos de escuchar su catequesis y de recibir su bendición apostólica.
Al saludar a los peregrinos de lengua española, el Pontífice aprovechó la oportunidad para expresar a los mexicanos su cercanía “en este momento doloroso, de la legal desaparición, pero sabemos, asesinato – dijo – de los estudiantes”. Y añadió que “se hace visible la realidad, dramática, de toda la criminalidad que existe detrás del comercio y tráfico de drogas. Estoy cerca de ustedes y de sus familias”.
También manifestó que le agradó ver a un grupo de militares chilenos. “En estos días – afirmó el Papa – en que estamos conmemorando el 30º aniversario de la firma del tratado de paz, de Argentina y Chile. Los límites ya están claros. No nos vamos a seguir peleando por los límites. Nos vamos a pelear por otras cosas, pero no por eso. Pero hay una cosa que quiero hacer notar: esto se dio gracias a la voluntad de diálogo. Solamente cuando hay voluntad de diálogo se solucionan las cosas, y quiero también elevar un pensamiento de gratitud a san Juan Pablo II y al cardenal Samoré, que tanto hicieron para lograr esta paz entre nosotros”.
“Ojalá – concluyó Francisco – todos los pueblos que tengan conflictos, de cualquier índole, sean limítrofes, culturales, se animen a solucionarlos en la mesa del diálogo y no en la crueldad de una guerra”.
Refiriéndose a lo que se pide a los obispos, presbíteros y diáconos para que su servicio sea auténtico y fecundo en la Iglesia, el Papa Francisco recordó que San Pablo enumera en sus cartas algunas cualidades humanas, esenciales para estos ministerios: la acogida, la sobriedad, la paciencia, la afabilidad y la bondad de corazón. Cualidades, todas estas que hacen posible que su testimonio del Evangelio sea alegre y creíble.
También destacó que el Apóstol recomienda reavivar continuamente el don que han recibido por la imposición de manos. Y afirmó que la conciencia de que todo es don, todo es gracia, los ayuda a no caer en la tentación de ponerse en el centro y de confiar sólo en ellos mismos. Porque como dijo el Obispo de Roma, “uno no es obispo, presbítero o diácono porque sea más inteligente o tenga más talentos que los demás, sino en virtud del poder del Espíritu Santo y para el bien del santo Pueblo de Dios”.
De modo que la actitud de un ministro no puede ser nunca autoritaria, sino misericordiosa, humilde y comprensiva. De ahí la invitación del Pontífice a dar gracias a Dios por las personas que ejercen un ministerio de guía en la Iglesia y la hacen crecer en santidad. “Recemos – dijo Francisco – para que sean siempre imagen viva del amor de Dios”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).