de Enrique Díaz Díaz
Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas
Isaías 2,1-5: “De las espadas forjarán arados y de las lanzas podaderas”, Salmo responsorial: 121: “Vayamos con alegría al encuentro del Señor”, San Mateo 8,5-11: “Muchos vendrán de oriente y occidente al Reino de los cielos”
El tiempo de adviento, que hemos iniciado el día de ayer, es un tiempo especial que nos lleva por caminos de esperanza en una actitud de preparación para la venida del Reino. Se nos pide una actitud de silencio y de escucha para descubrir los caminos por donde viene el Reino.
Las lecturas de este día nos ponen en esa actitud de alerta y nos dan señales para vayamos distinguiendo su presencia en medio de nosotros. El profeta Isaías ante la infidelidad del pueblo de Israel nos anuncia que hay sobrevivientes fieles, que hay un resto de Israel que está inscrito en la búsqueda de la vida. Pero no sólo habla de la esperanza para este pequeño resto, sino que abre la esperanza a todos los pueblos de la tierra que acudirán al monte del Señor. Pero nos pone las condiciones: “De las espadas, forjarán arados y de las lanzas podaderas”.
Cambiar la actitud profunda de violencia y agresión, por actitudes de construcción, de paz y reconciliación. Entonces se sentirá la presencia del Señor. Este mismo sentido tiene para nosotros el adviento: limpiar de inmundicia y de sangre nuestras ciudades. Las agresiones contra la naturaleza y las injusticias contra los hermanos nos impiden mirar la llegada del Salvador. Tendremos que limpiar nuestros ojos para descubrir su presencia. Si estamos desviándonos de sus caminos nos perderemos, es necesario retornar.