de Enrique Díaz DíazW
Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas
2 Diciembre
Isaías 11, 1-10: “El Espíritu del Señor se posará sobre él”, Salmo 71: “Ven, Señor, rey de paz y de justicia”, San Lucas 10, 21-24: “Jesús se llenó del Espíritu Santo”
¿Estará soñando Isaías? Nos presenta un mundo idílico donde conviven entre si los animales, donde los peores enemigos se reconcilian y donde un niño se convierte en domador de fieras. Fantasea con campos llenos de fertilidad y árboles que ofrecen generosos frutos. Me recuerda esos dibujos que nos presentan los niños, llenos de inocencia y transgresores de ideologías, de tiempos y de situaciones. Rompen los esquemas, las perspectivas y las fronteras.
Qué fácil para los niños reconciliar a los enemigos, dar de comer a todos, hacer salir el sol donde reinaba la oscuridad... Pero precisamente es Jesús el que en este día se deshace en alabanza al Señor no tanto por su grandeza, sino por los pequeños y sencillos, los que son como niños. Ellos son capaces de creer las palabras, ellos pueden descubrir la verdadera sabiduría, son capaces de luchar por los ideales.
Otros se burlarán los niños porque son capaces de partir su tortilla con el que tiene hambre mientras los negociantes acumulan sus ganancias en tiempos de hambre, son capaces de tender la mano al enemigo, mientras los poderosos buscan nuevos pretextos para iniciar otra guerra; son capaces de hacer realidad el sueño de Jesús de mirar al otro como hermano, antes que como enemigo, objeto de negocio o posibilidad de nuevos escaños ....
Tanto Isaías como Jesús tienen una rara forma de mirar el mundo, una forma que nos causa sorpresa y que juzgamos idealista y utópica. No son Isaías ni Jesús los que están equivocados. Somos nosotros los que no vemos con realidad nuestro mundo porque estamos miopes con anteojos de sabiduría humana, de felicidad artificial y de dignidad basada en las posesiones... todo esto denigra a la persona y la esclaviza y hace inútil.
Adviento es la novedad del anuncio que llega luminoso y despierta nuevos sentimientos en el corazón, pero para esto necesitamos tener corazón limpio, sencillo y dispuesto a la esperanza y al cambio. ¿Abriremos nuestro corazón al Señor en este Adviento?