El pequeño Niño viene a ofrecernos la verdadera vida

de Enrique Díaz Díaz
Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas

27 Diciembre
San Juan, apóstol y evangelista
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1 Juan 1,1-4: “Les anunciamos lo que hemos visto y oído”, Salmo 96: “Alégrense, justos, con el Señor”, San Juan 20,2-8: El otro discípulo llegó primero al sepulcro

Aun tenemos muy viva en nuestra mente y en nuestras casas, la imagen de Jesús recién nacido. Lo hemos contemplado como luz en medio de la oscuridad, como presencia del Emmanuel que viene a caminar con nosotros, como fuerza salvadora para un pueblo urgido de justicia. La fiesta de San Juan Evangelista nos permite acercarnos más a este niño recién nacido y descubrir nuevos y muy importantes rasgos del que ha puesto su tienda en medio de nosotros. San Juan nos insiste, tanto en su carta como en el evangelio, que este Niño es la vida, la luz y que nos trae la alegría.

Su testimonio se basa en lo que ha visto y oído. Sus palabras son una invitación a acercarnos y palpar también nosotros el amor del recién nacido. “Esta vida se ha hecho visible y nosotros la hemos visto y somos testigos de ella. Les anunciamos esta vida, que es eterna, y estaba con el Padre y se nos ha manifestado”, son las palabras que nos ofrece en su primera carta. Navidad nos da la gran oportunidad de participar de esta vida de Dios.

El pequeño Niño viene a ofrecernos la verdadera vida. Juan se presenta a sí mismo como el amigo de Jesús y quien compartió toda su vida, sus enseñanzas, sus milagros. Sin embargo a pesar de ser una vida y una enseñanza maravillosa, nunca estaría completo este conocimiento si no se experimenta la resurrección del Amigo. En el evangelio de este día San Juan nos cuenta el gran paso que dio al contemplar a Cristo Resucitado, pues “entonces vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos”. Así nos invita hoy a contemplar a Jesús como la verdadera vida y enlaza su resurrección con el nacimiento.

Pero Juan es muy claro en sus cartas pues no se queda en mera contemplación, sino que exige que esta experiencia de Jesús-Vida se concrete en un amor eficiente y concreto hacia los hermanos, si no, seremos mentirosos y no podrán creer que amamos a Jesús. Así Navidad se transforma en una Vida que se experimenta, se goza y se transmite.