No podemos cubrirnos de parches, si nuestro corazón no está buscando al Señor

de Enrique Díaz Díaz
Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas

19 Enero

AUDIO

Hebreos 5,1-10: “A pesar de ser el Hijo de Dios, aprendió a obedecer padeciendo”, Salmo 109: “Tú eres sacerdote para siempre”, San Marcos 2,18-22: “A vino nuevo, odres nuevos”

Los refranes que utiliza Jesús parecen dichos populares que responden a situaciones concretas de su pueblo. Quizás hoy nosotros utilicemos otros refranes para referirnos a la misma realidad. Aquel dicho que afirma: “Sale más caro el caldo que las albóndigas” o aquel otro que dice: “Mucho ruido y pocas nueces”.

Probablemente la expresión de Jesús sería común entre el pueblo judío pero habla claramente de lo que Jesús nos quiere enseñar: debemos estar atentos a vivir lo que es importante y no quedarnos en pequeñeces que aunque sean buenas no es lo más importante.

El ayuno para los judíos era una manera concreta para manifestar su relación con Dios. Es algo muy bueno, pero cuando el ayuno no va acompañado de una búsqueda de la verdad y de la justicia, cuando se hace ayuno por otros intereses, cuando no se acompaña la vida con los criterios de Dios, el ayuno aparece hueco, vano y sin sentido. Es algo que nos puede pasar a nosotros como cristianos.

Tenemos muchas tradiciones muy bellas que celebramos con gusto, pero si no vivimos de acuerdo a lo que nos pide Jesús, estamos poniendo solamente parches que no responden a la verdadera vida cristiana. Por ejemplo celebramos Navidad con mucha alegría, pero no recibimos a Jesús. Nos acercamos a la ceniza al inicio de cuaresma, pero no buscamos conversión… Asistimos a celebraciones de sacramentos, pero solo por cumplimiento social.

No son malas estas actividades, pero hay que buscar que realmente correspondan a lo que hay en nuestro corazón. No podemos cubrirnos de parches, si nuestro corazón no está buscando al Señor. Es inútil la práctica externa, si no corresponde a una verdadera conversión interior y a una búsqueda de la verdad, de la justicia y del amor de Dios.

Que hoy nos acerquemos a Jesús, que sintamos la alegría grande de tenerlo con nosotros, pero que este encuentro se manifieste en acciones concretas, coherentes y justas, en relación a toda nuestra vida y en relación a los hermanos. De otra forma sólo serán parches.