Cuidar lo que se nos ha dado

de Enrique Díaz Díaz
Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas

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Génesis 1,1-19 “Dijo Dios, y así fue”, Salmo 103 “Bendice al Señor, alma mía”, San Marcos 6, 53-56: “Cuantos tocaban a Jesús quedaban curados”

Aunque normalmente me gusta hacer un comentario al evangelio que nos ofrece la liturgia del día, hoy no resisto la tentación de comentar y sugerir la reflexión sobre esa bella página con la que inicia el Génesis y que se nos propone como primera lectura. Son los inicios de la Biblia y son los inicios de un diálogo entre Dios y el hombre.

El hombre busca dar respuestas a sus más profundas inquietudes: “¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿De dónde brota el dolor? ¿Por qué las divisiones? ¿Por qué la muerte?”. Y a todas estas preguntas, básicas e importantes, les da respuesta con las categorías que tiene en su momento. Hay quienes se burlan del libro del Génesis porque lo han querido tomar con un libro científico, cuando lo que nos ofrece son respuestas más profundas y con sentido religioso.

Los primeros versículos van presentado la creación del mundo muy semejante a la forma en que el hombre construye una casa: primero los cimientos, después las paredes, finalmente los adornos, y después de todo aparece el inquilino que la va a habitar. Así nos narran los primeros versículos la creación y resaltan que Dios es el creador de todo, que su palabra lo ha formado. No pretende de ninguna manera decirnos que se hizo en siete días, (ni forma de contar los días habría si no hay sol), no pretende negar las teorías de evoluciones y de transformaciones cósmicas. Resalta el poder de un Dios que es creador y que ha formado de manera maravillosa el universo.

Nuestra respuesta hoy debe ser de gran reverencia a este Creador, de un “gracias” profundo y sincero, y de un compromiso de cuidar la madre naturaleza que nos ha dado. Contemplemos toda la creación, miremos las maravillas y agradezcamos al Señor. Pero también seamos conscientes de la gran responsabilidad que tenemos en preservar, cuidar y hacer crecer todos los regalos que el Señor, Buen Dios, nos ha dado.