III Domingo de Cuaresma, ciclo B

Destruid este templo, y en tres días lo levantaré

Primera lectura: Ex 20,1-17

Marco: Dios estipula con su pueblo, en el Sinaí, la alianza con sus cláusulas. Una alianza entre soberano y vasallo en la que el primero se compromete a proteger y velar por la integridad del segundo y éste se compromete a cumplir con fidelidad sus estipulaciones.

Reflexiones:

1ª: ¡Dios Soberano es el Único Señor!

El Señor pronunció las siguientes palabras: Yo soy el Señor, tu Dios. La antigüedad distinguía dos clases de alianzas: entre iguales o de superior a inferior. La alianza de Dios con su pueblo pertenece al segundo grupo. Las palabras con que comienza el fragmento constituyen el proemio solemne para anunciar una alianza. La formulación es corriente en los pueblos antiguos cuando un soberano propone a un vasallo o un vasallo solicita a un soberano una alianza de ayuda y fidelidad. El soberano comienza aduciendo los títulos que tiene y que dan garantía al vasallo para suscitar en él la confianza. El Dios de Israel es el Señor de cielos y tierra. Puede ofrecer una alianza estable, firme y eficaz con su pueblo. El Señor es el único Señor y Dios de Israel. Y es poderoso y fiel para cumplirla. Se ha elegido, movido por puro amor, a su pueblo y no dejará jamás de hacer eficaz esa elección. Israel entiende, porque es el lenguaje habitual en aquel tiempo, la oferta que Dios le hace. Y a la vez entiende el privilegio de que es objeto. Es la raíz de su existir y de su historia.

2ª: ¡Yo soy tu Libertador!

Te saqué de Egipto, de la esclavitud. También forma parte del formulario de las antiguas alianzas la evocación de las razones que pueden fundamentar y dar credibilidad a la alianza que se va a estipular. Los reyes soberanos presentan a sus vasallos sus proezas y conquistas que manifiestan la fuerza y poder de que gozan. El Dios de Israel pone ante los ojos de Israel la gran proeza que ha realizado con ellos: los ha liberado de la mano del faraón y su ejército que eran muy superiores a ellos. Este acontecimiento se convierte en el punto de referencia de toda la historia de Israel. Dios tiene poder para liberar ahora y siempre. Israel tiene motivos para fiarse de Dios, su Soberano. Ayer como hoy es necesario mirar a los acontecimientos fundamentales; entonces fue la liberación de Israel de las manos de los egipcios y en la plenitud de los tiempos fue la liberación de la humanidad por obra de Jesús en su Muerte y Resurrec-ción. Y esta certeza debe abarcar todos los aspectos de la historia humana en su conjunto y en sus individualidades. Dios tiene poder y es fiel.

Segunda lectura: 1 Corintios 1,22-25

Marco: Estos versículos forman parte de un conjunto centrado en Cristo crucificado, fuerza y sabiduría de Dios. Y a la vez este conjunto es el proemio de una serie de respuestas que Pablo da para salir al paso del comportamiento de los corintios que, por cierto, deja mucho que desear.

Reflexiones:

1ª: !Nosotros predicamos a Cristo crucificado!

Los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría. Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado. Pablo hace una breve y escueta referencia a la dinámica judía y griega para conseguir la salvación. Los judíos, ya desde antiguo, han sido objeto de actuaciones portentosas de Dios cuando los eligió como su pueblo. Para ceñirnos sólo a la historia: la llamada a Abrahán y la concesión de un hijo milagrosamente; la liberación de Egipto; la elección del pueblo más pequeño y débil de la tierra para ser signo de salvación entre todos los pueblos; la liberación del exilio de Babilonia. Son intervenciones portentosas de Dios en favor de su pueblo. La salvación definitiva habría de ser resultado de una intervención omnipotente de Dios. Y, por cierto lo será, pero no como ellos lo pensaban y esperaban. Los griegos piensan que la adquisición de la sabiduría es fuente de salvación. Para los creyentes, la Cruz de Cristo es a la vez expre-sión (misteriosa y desconcertante) del poder y sabiduría de Dios. Porque es la expresión acabada del amor gratuito portentoso de Dios.

2ª: ¡La Cruz tergiversa todos los valores!

Lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. Ciertamente hay que saber leer estas expresiones en su presentación paradójica que tan frecuente es tanto en los evangelios como en la Escritura en general. La paradoja es inherente al alma oriental y a su imaginación literaria. Pablo la aplica aquí para descubrir a los hombres de todos los tiempos que Dios está por encima, no en contra, de nuestro modo de proceder, de pensar y de planificar. Él por delante, a pesar del aparente escándalo, y el hombre en seguimiento comprometido y generoso. El poder y la sabiduría de Dios no anulan la colaboración humana. Cuenta con ella, pero como respuesta fiel, libre y gozosa. La fe en Cristo crucificado no anula los dones que el Dios Creador dio gratuitamente a los hombres. Al contrario, los eleva, los valoriza y los humaniza porque los libera del error (sabiduría) y los restaura (poder).
Confianza plena en Dios y confianza en las posibilidades que Él da.

Tercera lectura: Jn 4,5-42.

Nota: el Evangelio de este domingo es Jn 2,13-25, pero puede sustituirse por el correspondiente al ciclo A: Jn 4,5-42.

Marco: Proclamamos un largo fragmento del evangelio joánico y es necesario recordar, siquiera brevemente, el modo de desarrollar su relato la escuela joánica. Los capítulo 2 al 12 del evangelio se le suele titular "el libro de los signos". El conjunto lo subdivide el autor en siete episodios o escenas que recogen la persona y la obra de Dios. Y cada episodio o escena se compone de "signos" y "discursos". El "signo", realidad con sentido más profundo, apunta y anuncia el tema. El discurso lo desarrolla. Y cada episodio o escena centra toda su atención en un tema fundamental para la historia de la salvación a través de Jesús. En concreto la lectura de este domingo plantea como tema general "cómo con Jesús todo comienza de nuevo, Jesús la novedad total, en él Dios entra plenamente en la historia de los hombres". Jn 2-4 constituye un sólo episodio o escena, con un tema central: "todo comienza de nuevo".

Reflexiones:

1ª) Todo comienza de nuevo.

Jn 4 recoge un amplio discurso en forma de diálogo y monólogo que quiere desarrollar y manifestar el verdadero sentido del signo de la expulsión de los vendedores del templo. Hay que enfocar toda la lectura desde la perspectiva bautismal. Este tema lo ha desarrollado el evangelista en el capítulo tercero con el que constituye un sólo conjunto doctrinal. El nuevo comienzo se realiza en el hombre por su participación a través del agua y del Espíritu en la oferta que Dios hace. El nuevo comienzo se realizará cuando el Hijo del hombre sea levantado sobre la tierra. Y esto es posible porque "tanto amó Dios al mundo que le envió a su propio hijo para salvarlo".

2ª) Oferta del agua viva que el hombre necesita.

La mujer viene a sacar agua al pozo de Jacob. El pozo contiene agua viva, porque no es de cisterna sino de manantial. El diálogo entre Jesús y la samaritana se desarrolla a partir de un estilo peculiar de Juan: el malentendido. El tema es el agua viva. La samaritana persiste en pensar en el agua del pozo y Jesús la quiere conducir pedagógicamente a otro mundo de realidades. Y esta realidad que le promete es doble: Jesús mismo es la fuente de agua viva, porque les la Sabiduría. Y la Sabiduría aparece en la Escritura como fuente de vida para dar a los hombres su verdadera significación y sentido.. Y también es agua viva el Don que es el Espíritu Santo. La samaritana no acaba de entender, como lo revela su pregunta: "Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir a aquí a sacarla". Pero ahí queda el malentendido y la oferta de Jesús. La revelación de Jesús se dirige a dar sentido a la existencia del hombre. Pero aparece tanto en Juan como en los otros evangelistas cuán difícil es entender a Jesús.

3ª) El verdadero culto desde la intimidad del hombre guiado por el Espíritu.

Ante la incomprensión de la samaritana, Jesús le indica que vaya a llamar a su marido, pero samaritana responde que no tiene marido. El evangelista, que piensa en arameo aunque escriba en griego, juega con el término "marido" (ba`al) que se utilizaba antiguamente para indicar a los "dioses falsos" (bealim). Y ahí radica el dramatismo y el contraste de las expresiones: Samaría adora a cinco dioses falsos y al que adora ahora no es el verdadero. Se sintetiza toda una etapa de la historia de la salvación. Juan recuerda la teología de Oseas y la experiencia de salvación del pueblo de Israel. Una llamada a la fidelidad sincera con el verdadero Dios.

4ª) Jesús es el Profeta que conoce la intimidad humana.

La samaritana se asombra. No está dialogando con un simple judío, frente al que siente escrúpulos como mujer y como samaritana, sino que es un profeta. Y en su pueblo se espera a un profeta. El modo de concretar el mesianismo en Samaría no es en la esperanza de un Mesías, sino de un profeta semejante a Moisés. Por eso la samari-tana afirma. ¡Veo que eres un profeta!. Y centra su atención en el grave problema del lugar de culto detrás del cual se esconde el verdadero sentido del pueblo. Dios había elegido a Jerusalén como centro, donde está el arca de la alianza y donde Salomón construyó un esplendoroso templo. En Samaría fue construido un altar en competencia con Israel. Entonces ¿dónde hay que adorar al verdadero Dios? Y se esperaba que el profeta zanjase con autoridad divina esta cuestión y Jesús lo hace llevándola a otro campo de reflexión: si con él todo comienza de nuevo, si a través del agua y del Espíritu ha nacido el hombre nuevo, se ha establecido una nueva forma de relación con Dios. Dios espera otro tipo de adoración: la adoración que un hijo tributa a su Padre y cristaliza en una nueva relación entre las personas y los pueblos. Porque Jesús está ofreciendo a una samaritana, el camino nuevo. Por tanto Jesús viene a romper fronteras y divisiones y crear un sólo pueblo que experimenta la presencia de un sólo Dios, que es Padre.

5ª) Credibilidad del testimonio que conduce a Jesús.

El resto de la lectura plantea un serio problema que se podría sintetizar en este interrogante que planteaban los creyentes a finales del s.I: ¿cómo se encuentra el creyente con Jesús?, ¿cómo tienen acceso a ese encuentro? La samaritana llega a su pueblo y comunica su experiencia a partir del encuentro con el profeta Jesús. ¿No será el Profeta esperado? Y los samaritanos, apoyados en el testimonio de la samaritana, corren al encuentro del profeta a quien pueden escuchar. El testimonio de la samaritana era necesario, pero ha cumplido ya su misión: encontrarse personalmente con el profeta que accede a permanecer con ellos dos días. Para confesar solemnemente dos cosas: primera, "ya no creemos por lo que tú dices, nosotros mismos lo hemos oído"; segunda, "sabemos que él es de verdad el salvador del mundo".

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)