Amor interesado

de Enrique Díaz Díaz
Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas

9 Marzo

Santa Francisca Romana

AUDIO

2 Reyes 5,1-15: “Muchos leprosos había en Israel, pero ninguno fue curado, sino Naamán, el sirio”, Salmo 41: “Estoy sediento del Dios que da la vida”, San Lucas 4,24-30: “Como Elías y Eliseo, Jesús no ha sido enviado sólo a los judíos”

¿Por qué los habitantes de Nazaret pretenden despeñar a Jesús en el precipicio de la montaña? Les ha anunciado todo su programa, se ha presentado como el Mesías que hace presentes las promesas, todo haría suponer que estarían contentos con la presencia de quien empezaba a figurar como un personaje interesante y que además era del pueblo.

Pero algo no checa entre la palabra de Jesús y las aspiraciones del pueblo. No le han escuchado hablar de revanchas ni de castigos, sino de luz y liberación para los más pobres. No ha exaltado el nacionalismo de Israel, sino que da la impresión de un universalismo en el que ellos no tendrán privilegios. Es el Jesús de su pueblo, pero pronto empiezan a entrever que no podrán aprovecharse ni de su fama, ni de su mesianismo. Es el Jesús que conocen desde niño, pero que ahora con su mensaje y con sus milagros parece escapar de sus manos y de sus intereses. Y esto no pueden tolerarlo. No puede romper Jesús con las tradiciones de su pueblo. Y por eso quieren, desde el principio, suprimirlo. Pero es emotiva e impresionante la escena donde “Jesús, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí”.

Es el Jesús muy encarnado en su pueblo pero completamente libre de ideologías y favoritismos. Es el Jesús libre ante las amenazas y ante las lisonjas. Quizás ahora nos puede pasar igual: nos acercamos a Jesús, lo hacemos nuestro, pero siempre que pueda ayudar a nuestros intereses, siempre que lo podemos tomar como bandera de nuestras luchas. Pero cuando su palabra y sus principios nos exigen definiciones y compromisos, cuando nos hablan de un evangelio universal para todos los pueblos, cuando se pronuncia a favor de los más pobres y de los oprimidos… dejamos ese evangelio y queremos crucificar a Jesús.

No se trata de utilizar a Jesús para acallar nuestras conciencias, sino de buscar que penetre en lo profundo de nuestro corazón y nos conceda conformar nuestros criterios y nuestros anhelos a los suyos. Señor, entra en nuestro corazón y en nuestra vida, y transforma nuestros intereses mezquinos en acciones y compromisos conforme a tu voluntad.