"JESUCRISTO: BUEN PASTOR, FRENTE AL FARISEISMO HIPOCRITA"

El género parabólico usado por Jesús, es de gran belleza y de una gran fuerza de atracción, que las multitudes que le seguían decían de Jesús: "Habla como quien tiene autoridad”. En los evangelios hay más de setenta parábolas, que son otros tantos temas de meditación y contemplación tranquilas y serenas, que nos ayudan a tomar una posición para lanzarnos a una decisión. El evangelio nos presenta en forma especial para nuestra reflexión, las PARABOLAS DE LA MISERICORDIA que son como una radiografía del corazón del Padre Celestial, visto a través de Cristo Buen Pastor en acción y en fricción firme y tajante con el fariseísmo hipócrita. Desde el principio de la predicación de Jesús existió entre Él y los fariseos una oposición irreconciliable, hasta que éstos, pidieron al gobernador romano su muerte. Sin embargo Jesús nunca detuvo su predicación profética, dirigiéndola contra los fariseos a quienes llama: Sepulcros blanqueados, raza de víboras, que cuelan el mosquito y se tragan el camello, etc...; Jesús no reprende su celo por el culto, pero los condena severamente, porque tras su celo exagerado de una religiosidad externa, intachable, por las abluciones rituales y el descanso sabático, ocultan un corazón duro, falto de amor, engreído de su propia justificación. El culto al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se había convertido en algo mecánico; una piedad sin fe, ritualista, ridícula, detallista en forma puritana y legalista, pero sin vida interior. Sustrayéndose siempre al cumplimiento concreto de la gran ley del amor. El juridicismo farisaico, se aliaba con el formalismo y la hipocresía petrificando el verdadero sentido de la religión y secaron las fecundas corrientes del mesianismo y profetismo. Este comportamiento tan opuesto a las enseñanzas de Cristo, fue el que siempre condenó Jesús. Esta conducta se sigue dando en muchos que creen vivir el Evangelio de Cristo, pero también son: Sepulcros blanqueados que por encima aparentan bondad, pero por dentro llevan inmundicia e iniquidad. Aparentan espiritualidad, pero sin vida interior. Sólo hay: Soberbia, engreimiento personal e intransigencia la conducta ajena.

"ESTE RECIBE A LOS PECADORES Y COME CON ELLOS". Entre la multitud que sigue a Jesús, hay muchos pecadores y publicanos gentes que no se preocupaban de la pureza “legal” farisaica. Pero les interesaba escuchar el mensaje del Divino Maestro. Esto, escandalizó a los escribas y fariseos que de inmediato levantaron la voz para manifestar su asombro, desaprobación y murmurar de Jesús. Porque según la mentalidad judía, los publicanos y pecadores eran gente perdida y los fariseos ascetas de profesión junto con los escribas especializados en la ley divina, y en la religión, se creían los elegidos y formaban una élite moral. Pero Jesús con su voz de Mesías les responde con tres parábolas llamadas- de la Misericordia y que el evangelista Sn. Lucas XV, 1-32 nos las ha transmitido estas son: La de la oveja perdida; la dracma (moneda) perdida y la del hijo prodigo. En ellas Jesús pone de manifiesto su misión mesiánica y a lo que ha venido al mundo: a salvar a los pecadores, que tienen conciencia de su propia mezquindad, de sus limitaciones y debilidades, actitud que revela que buscan a Dios, lo desean y están dispuestos para recibir su ayuda y su gracia. Como Jesús vino al mundo, para sanar a los enfermos de cuerpo y alma, sale solicito como BUEN PASTOR por valles y montañas; busca en el bosque o en la caverna y camina con lluvia o con sol, a buscar la oveja perdida. Cuando la encuentra sin voz desabrida, sin gesto amenazador, la toma sobre sus hombros y la vuelve al rebaño. Indicando con este detalle, el gozo de Dios por el pecador arrepentido. Los pensamientos y caminos de Dios, no son los nuestros. Por eso Jesús va en busca de aquellos que son realmente "pecadores" y no hace caso de los que se creen justos; pero en la realidad son refractarios a la verdad, a la gracia y a la acción del Espíritu Santo.

LA MONEDA PERDIDA. Con la misma finalidad continua Jesús exponiendo la solicitud y gozo de Dios por la conversión del pecador a quien continua buscando como la mujer busca la moneda, cosa de gran aprecio para ella, como lo es para Dios el pecador arrepentido. Jesús no dona su gracia a cuentagotas, sino con generosidad abundante, hasta dar por nosotros su corazón sangrante y palpitante. Porque el BUEN PASTOR da la vida por sus ovejas. Espera pacientemente como el pescador, a que el pecador caiga en las redes de la gracia y del perdón. El amor de este GRAN BUSCADOR, cuenta con una variedad de medios y métodos siempre nuevos, para volver a llevar al Reino Prometido, al pecador arrepentido. El tercer ejemplo de la Misericordia divina que propone el MAESTRO DIVINO es la parábola del " hijo pródigo" que es una de las más bellas y consoladoras páginas del Evangelio y que expresa más tiernamente el rasgo esencial de la solicitud con la cual Dios busca y espera al pecador: el amor. El centro de esta parábola, no es el hijo que se va; ni su vida de perdición; ni su regreso, sino el papá que sentado frente a la puerta de su casa y esperaba con amor y paciencia al hijo. Aquí en todo el desarrollo de la parábola, Jesús nos muestra la solicitud de Dios cargada de ternura, por el pecador, para perdonarlo. Vemos una delicadeza maravillosa, que nos sugiere muchas cosas, que las palabras no dicen. Dios como Padre, espera en silencio, porque nunca es tarde para el arrepentimiento y toda conversión halla los brazos divinos abiertos y Dios tomando la iniciativa corre al encuentro del hijo perdido y sin dar tiempo a terminar su confesión, hace un banquete para celebrar el retorno del hijo. La conducta y las enseñanzas de Jesús son sorprendentes. Nada más opuesto a la santidad de Dios como el pecado. Y nada tan cerca de Él, como la santidad o justicia. Sin embargo Jesús come con los publicanos y pecadores y preferentemente se interesa por ellos y va en su compañía. Por eso no nos queda otra cosa que decirle: Gracias Señor porque como Buen Pastor que tiene cien ovejas, saliste por los caminos a buscar la que se había perdido. Porque como un padre que tiene dos hijos, esperaste en la puerta de tu casa el regreso del que había partido. Gracias, porque como médico, dejaste la fiesta de los que estaban sanos y saliste para encontrar a los enfermos. Gracias porque te acercaste a compartir con preferencia la amistad y la mesa de los pecadores y nos dijiste que es más grande la alegría por la oveja encontrada, que por los noventa y nueve no perdidas; por el hijo que regresa, que por el que nunca había partido, por el pecador arrepentido que por los justos que siempre habían amado. Porque dices que hay amor más grande, donde fue mayor el perdón que regalaste. Volvemos a ti, porque eres la fuerza de los débiles, la luz de los ciegos, la esperanza de los desilusionados, la alegría de los tristes, el ánimo de los oprimidos y el reposo de los inquietos. EVITEMOS LA ACTITUD FARISAICA Y TOMEMOS LA DEL PUBLICANO Y ASI SEREMOS GRATOS A LOS OJOS DE DIOS. ¡Arriba y adelante! En seguir escuchando, las enseñanzas del Hijo Amado y realizarlas en nuestra vida para salir aprobados y no reprobados, en el examen final de nuestra vida terrena. Y así entremos al lugar preparado que nos tiene el Divino Redentor y quiere que estemos con El.