Acompañarlo en la mesa

de Enrique Díaz Díaz
Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas

30 Marzo

Lunes Santo

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Isaías 42, 1-7: “No gritará ni hará oír su voz en las plazas”, Salmo 26: “El Señor es mi luz y mi salvación”, San Juan 12,1-11: “Déjala. Esto lo tenía guardado para el día de mi sepultura”

En la casa y en torno a una mesa se descubren los verdaderos sentimientos. Cuando se comparte el pan y la palabra se manifiestan no solamente las verdades proclamadas, sino que brotan en lo cotidiano aquellas pequeñas cosas que nos unen, que nos levantan y que nos sostienen. Y también aparecen las verdaderas intenciones. Jesús convive, tiene amigos y amigas, participa de la comida de los sencillos y se deja acercar y tocar de todas las personas.

Hoy pongámonos en la misma mesa de Jesús. Junto a la mesa, en Betania, en la intimidad, hoy podemos encontrar a Marta que sirve y atiende; a Lázaro el amigo que, resucitado, se convierte en testigo; a María que unge con perfume y que enjuga los pies del Maestro. Es la acción cotidiana de amar en lo concreto y en la realidad. Pero también encontramos la actitud crítica de Judas que acusa el gasto excesivo de un perfume que parecería que se debe dedicar a los pobres. Noble causa y justa indignación, nos parece a primera vista, pero Juan nos da la explicación: “porque era ladrón y robaba lo que echaban en ella”.

Las causas más nobles se pueden desvirtuar y convertirse en pretexto para acumular. Cada uno de los personajes es una invitación a confrontarnos con ellos, a mirar como en un espejo, nuestras actitudes y nuestras posturas ante Jesús y ante los hermanos. Semana Santa es el espacio ideal para convertirnos y creer que es posible formar una familia donde dejando las ambiciones personales, seamos capaces de convivir en una misma casa, la casa común de la humanidad, en servicio, en esperanza, en resurrección. También este pasaje es una dura crítica y una denuncia en contra de quienes, argumentando servicio y apostolado entre los pobres, abusan y critican.

Este lunes santo es el inicio de la etapa final de nuestra preparación para acompañar a Jesús y nos urge a una disposición interior leal, honesta y comprometida con Él. ¿Qué me hace sentir Jesús al convivir y participar tan cerca de su mesa en sus últimos momentos? Señor Jesús, mira nuestras pobres ambiciones y despierta la ilusión y el deseo de acompañarte en el camino de la cruz para alcanzar la plenitud de tu reino.