Lecturas del jueves, semana de la octava de Pascua, ciclo B

Pastoral: 
Litúrgica
Date: 
Jue, 2015-04-09

I. Contemplamos la Palabra

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 3, 11-26

En aquellos días, mientras el paralítico curado seguía aún con Pedro y Juan, la gente, asombrada, acudió corriendo al pórtico de Salomón, donde ellos estaban. Pedro, al ver a la gente, les dirigió la palabra: - «Israelitas, ¿por qué os extrañáis de esto? ¿Por qué nos miráis como si hubiéramos hecho andar a éste con nuestro propio poder o virtud? El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y rechazasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo. Rechazasteis al santo, al justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos. Como éste que veis aquí y que conocéis ha creído en su nombre, su nombre le ha dado vigor; su fe le ha restituido completamente la salud, a vista de todos vosotros. Sin embargo, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, y vuestras autoridades lo mismo; pero Dios cumplió de esta mane-ra lo que había predicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer. Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados; a ver si el Señor manda tiempos de consuelo, y envía a Jesús, el Mesías que os estaba destinado. Aunque tiene que quedarse en el cielo hasta la restauración universal que Dios anunció por boca de los santos profetas antiguos. Moisés dijo: "El Señor Dios sacará de entre vosotros un Profeta como yo: escucharéis todo lo que os diga; y quien no escuche al profeta será excluido del pueblo." Y, desde Samuel, todos los profetas anunciaron también estos días. Vosotros sois los hijos de los profetas, los hijos de la alianza que hizo Dios con vuestros padres, cuando le dijo a Abrahán: "Tu descendencia será la bendición de todas las razas de la tierra." Dios resucitó a su siervo y os lo envía en primer lugar a vosotros, para que os traiga la bendición, si os apartáis de vuestros pecados.»

Sal 8, 2a y 5. 6-7. 8-9 R. Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

Señor, dueño nuestro,
¿qué es el hombre,
para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder? R/.

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies. R/.

Rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 35-48

En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: - «Paz a vosotros.» Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo: - «¿Por qué os alarmáis;" ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.» Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: - «¿Tenéis ahí algo de comer?» Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: - «Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.» Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: - «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.»

II. Compartimos la Palabra

“En tu descendencia serán bendecidas todas las familias de la tierra”

La lectura nos sitúa ante el estupor que produce en “todo el pueblo” un suceso. Este hecho aparece en los versículos anteriores: Pedro y Juan curan a “un hombre, tullido desde su nacimiento”. Es el asombro que produce este acontecimiento el que introduce todo el discurso de Pedro. Empieza explicando que no ha sido obra de ellos sino de la fe dada por medio del “santo y del justo”, del “jefe que lleva a la vida” y que ellos por ignorancia condenaron a la muerte.

Pedro sitúa a Jesús en conexión con toda la historia de Israel. Aquél, de quien el pueblo renegó, es el que Dios resucitó de entre los muertos. En Él se cumplen todas las promesas realizadas por Dios a través de los profetas.

Quedémonos con las últimas palabras de Pedro, recordando el anuncio hecho por todos los profetas: “Vosotros sois los hijos de los profetas y de la alianza que Dios estableció con vuestros padres al decir a Abraham: En tu descendencia serán bendecidas todas las familias de la tierra…” La bendición llega a todos los lugares de la tierra. Puede ser que si echamos un vistazo a la realidad que nos rodea, a la que encontramos en los titulares, nos parezca que no se ha avanzado mucho, pero la promesa está hecha, todos y todas hemos sido integrados en el plan de salvación de Dios. Lo que nos toca es comprender cuál es el significado de haber sido bendecidos y bendecidas, cómo nos resuena por dentro, cómo nos transforma, qué consecuencias tiene en nuestro día a día, en nuestras relaciones, nuestro trabajo, en nuestra manera de situarnos ante lo que vivimos.

“Y se predicará en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones…”

Al evangelista le interesa dejar claro que el Jesús de las apariciones es el Jesús de Nazaret, el que murió en la cruz. Por esto les muestra las manos y los pies, les pide que le toquen y que le den de comer. Es admirable la forma de amar de Jesús, no hace un discurso ante este grupo de seguidores asustados, incrédulos y llenos de dudas que no terminan de entender. Jesús se presenta ante ellos, se deja observar, se deja tocar, les deja que se acerquen, comparte su comida y espera que saquen sus propias conclusiones.

Por otro lado y al igual que encontrábamos en la lectura de los Hechos de los apóstoles, Lucas recuerda que en Jesús se cumple todo lo que estaba escrito en la ley y los profetas: “Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los profetas...
También, es estos versículos del evangelio, vuelve a aparecer el tema de la universalidad del mensaje unido a la bendición. Jesús resucitado se presenta en medio de los apóstoles, lo primero que hace es bendecirles: “la paz con vosotros”. En los últimos versículos encontramos a Jesús pronunciando las siguientes palabras: “se predicará en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones…” El amor de Dios llega a todos los rincones. Frente a la muerte y el pecado, Jesús anuncia la vida, la capacidad que todo ser humano tiene para cambiar, para resurgir, para aliarse con la vida. Tenemos a Dios de nuestra parte. Nosotros somos “testigos de estas cosas”.

Hna. Inmaculada Sánchez García-Muro, O.P.
Congregación Romana de Santo Domingo