"EDUCAR: ¿QUÉ ES?"

Gracias a Dios estamos viviendo el trimestre familiar: -30 de abril- día de las flores del jardín familiar: los niños. El -10 de mayo- el día en el que damos gracias en forma especial a uno de los pilares de la familia: Las Mamás. Y el -21 de junio- el otro pilar fundamental: los Papás. Gracias a estos pilares que Dios nos escogió, para que nos trajeran al mundo. Misión muy noble y digna, pero con muchas responsabilidades. Por eso quiero recordarles, una de las más fundamentales que es: la verdadera y recta educación.

No olvidemos que el hogar, es el jardín familiar; es la iglesia doméstica y el lugar privilegiado de la educación; y papá y mamá son los primeros educadores y maestros de los hijos. Lamentablemente muchos padres de familia, parecen que ignoran, o al menos no evalúan en su justo valor, el papel primordial que tienen que desempeñar cerca de los hijos que Dios les ha encargado, que eduquen y cuiden. Con frecuencia se descuida esta misión primaria y esencial por la absorción del trabajo y demás preocupaciones. Cuando papá y mamá deben conocer cómo es cada hijo y según su temperamento ayudarlo a realizarse como ser humano, dentro del rio caudaloso y maloliente de la época que nos ha tocado vivir, que con sus aguas fecundan todas las raíces del mal, que radican en la naturaleza humana desde el jardín del Edén, con los primeros padres de la humanidad.

Los hijos son el fruto del amor conyugal, y necesitan para crecer y desarrollarse como verdaderos seres humanos, el calor de ese mismo amor que lo trajo al mundo. Amor que obliga desde que el hijo está en el recinto sagrado del seno materno. Amor que implica sacrificios, y se ordena y dirige a la educación de los hijos. Pero papá y mamá no deben olvidar que fueron llamados por Dios para colaborar con Él, en la transmisión de la vida humana y deben realizar esta encomienda con responsabilidad humana y cristiana, y proteger y cultivar la vida de los hijos y formarlos de tal modo por la recta educación, para que lleguen a ser personas de gran calidad psicológica y moral; gracias al clima familiar impregnado de valores cristianos. Los hijos nacieron, vivieron y crecieron en una familia que fue: Iglesia Domestica escuela de la fe y lugar de la oración en común, en la que experimentaran, la presencia de Jesús y María.

Pero ¿Qué es educar? Por lo general, muchos confunden educación con instrucción y no es lo mismo educar que instruir; y siempre a los maestros y profesores se les llama educadores, palabra que no está bien aplicada. Porque una cosa es transmitir fragmentos científicos, filosóficos o teológicos y otra cosa es saber valorar la personalidad del educando y ayudarlo a ser el mismo. La palabra -educación- es de origen latino proviene del verbo -educere- que significa "hacer salir", desplegar. Se trata de extraer, hacer valer, sacar a la luz del día, todas las riquezas, todas las bellezas morales, todas las facultades vitales que se ocultan en el interior del educando, para que sea un adulto maduro en el aspecto psicológico, de tal modo que con sabiduría sepa dar su valor y su lugar a las cosas del mundo. La auténtica educación abarca a la vida humana en todas sus formas: sensible, espiritual, intelectual, individual, familiar y social; para elevarla y perfeccionarla. Hay que ayudar al educando, a educar su voluntad, sus sentimientos y pasiones, para que tengan un recto equilibrio emocional y lo ayuden a vivir, no en forma egoísta, sino cristiana amando y sirviendo a los demás. La buena educación implica la formación de la conciencia, para que sea un guía seguro que llama a la persona a seguir por el camino correcto. La conciencia no es una fuerza, sino una luz que nos muestra el fin al que debemos llegar. No nos coacciona, nos habla; no nos violenta nos exige, con su misteriosa voz que resuena tranquila y fría, en el fondo de nuestra mente y corazón. Una buena educación, lleva la recta formación de la conciencia; que nos da un espíritu crítico, para saber discernir las consecuencias de lo que elegimos. Cuando hay mala educación, el sentido moral está atrofiado y habrá una conciencia con tendencia a la perversidad y será atraída por el mal moral. Dicen que la conciencia es profeta en los avisos que da; rey en la afirmación imperiosa de sus orientaciones, no olvide que frente a la razón, tenemos al instinto, que nos impulsa al placer, a la comodidad a todo lo fácil y muchas veces falso. En cada instante de nuestra vida, oímos en el fondo de nuestro interior, estas dos voces contrarias, que luchan como adversarios por nuestro dominio, son como dos partidos políticos que luchan por el poder. Tengan presente que el niño dentro de su capacidad, se da cuenta o siente la lucha entre el instinto, que lo invita a gozar, y la razón que le dicta su deber. Si papá y mamá descuidan la formación gradual y adecuada de la conciencia del niño, va a crecer y a dejar ver y el sentir las consecuencias, de una conciencia deformada. El comportamiento de la persona es reflejo de la clase de conciencia que se tenga. Hay que enseñar en la recta educación, lo que es bueno y lo que es malo. Lo que se debe hacer y lo que se debe evitar. Esto no es ahogar la personalidad del educando sino en dirigirla hacia la madurez psicológica y axiológica. No es paralizar sus energías, sino en disciplinarlas; no es reprimir su impulso vital, sino en orientarlo, hacia la recta jerarquización de los valores espirituales y materiales. El educando tiene que adquirir una capacidad crítica, que le haga ver y dar su justo valor y lugar a los valores infrahumanos, que son común en los animales irracionales; a los valores humanos, que son específicos del hombre. Los valores morales, que son la belleza moral del ser humano; y a los valores religiosos, que están en la cumbre de esta jerarquía, por que ponen al hombre en comunicación con Dios y por lo mismo lo perfecciona de u modo superior. La correcta jerarquía de valores vivida a nivel personal, familiar, social; proporciona una recta y eficaz orientación de la vida humana, que tiene como meta final, la vida eterna.

No hay pues que confundir e igualar la simple instrucción con la educación que es un proceso único, como única es cada persona y en cada acto y detalle por mínimo e insignificante que parezca se proyecta la personalidad del ser humano. Porque el hombre habla no sólo con la boca sino con todo su cuerpo, en cada una de sus acciones, que revelan la calidad de cada persona. El magisterio eclesiástico, está consciente de que urge una recta educación sexual, porque el tema del sexo está en la calle empobrecido y vulgarizado, despojado de su dignidad y fin. Es muy necesario e importante que no se olvide, que el sexo es parte integrante y formante de la personalidad. No hay que reducirlo a lo puro fisiológico, es decir a los puros órganos genitales, como simple parte del cuerpo. Sino como lo que es: parte del cuerpo humano con su bondad natural y con su recto uso, es camino de santidad que lleva al hombre hacia su Creador. Urge una recta visión de la sexualidad humana, por la cultura que estamos viviendo, a través de diferentes medios que en lugar de formar y dar cultura, dan todo lo contrario -como 12 corazones-; Así pues ¡Arriba y adelante! Y trabajar por una autentica educación, en todos los aspectos, porque debe de ayudar al desarrollo integral del ser humano, que es el protagonista del ambiente social que se viva; que debe ser lleno de paz, justicia y respetuoso de la dignidad de la persona humana, empezando por la vida y todo lo que ésta requiere. La Iglesia por ser evangelizadora, es y debe ser educadora y por lo mismo la autoridad eclesiástica siempre está consciente de su deber de impregnar y perfeccionar todo lo temporal con espíritu evangélico incluyendo la educación, que no debe ser sólo instrucción científica, sino también formación evangélica, porque Cristo es el centro y vertiente de la verdadera educación; y que brille en la vida diaria, familiar y social y así habrá transformaciones sociales y políticas que favorezcan el Bien Común de calidad; y para esto se requiere que haya: “Hombres Nuevos” evangélicamente hablando. Porque el Evangelio transforma al ser humano y lo hace: “Nuevo” no en forma decorativa, como barniz, sino en forma vital y profunda. ¡Reflexionemos!