de Emmo. Card. Alberto Suárez Inda
Arzobispo de Morelia
Domingo 26 de Abril de 2015
Hoy, Domingo del Buen Pastor, la Iglesia entera agradece al Señor Jesús que siga mostrándonos su compasión y su ternura a través de hombres y mujeres que se identifican con Él y que, transformados por su gracia, viven entregados a los demás de manera alegre y generosa.
En esta Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, bendecimos a Dios de manera particular por la Ordenación Sacerdotal de ocho jóvenes que fueron preparándose desde su casa y su parroquia y luego en el Seminario para consagrarse al servicio de la comunidad.
El Papa Francisco en su Mensaje para esta Jornada nos invita a salir de toda forma de esclavitud y a emprender con valentía el camino del Éxodo. Nos esclavizan el egoísmo, las dependencias, la cobardía y todo aquello que nos detiene para seguir a Jesús e imitarlo hasta el sacrificio.
En la historia de Israel vemos que no es fácil la aventura de atravesar un largo desierto confiando en la Providencia Divina y dejando atrás la seguridad de Egipto donde al menos había cebollas y melones. Los reclamos a Moisés no se hicieron esperar al experimentar el pueblo cansancio, nostalgia y miedo a morir de hambre y sed.
Para nosotros es también una tentación el querer volver atrás al sentirnos decepcionados ante las dificultades e incomprensiones. Apegarse demasiado a ciertos afectos, intereses o proyectos personales nos hace forjar cadenas que al final nos esclavizan. Es muy distinto vivir en la servidumbre que dedicarse al servicio con alegría y por amor.
Los invito a que no descuidemos la oración por las vocaciones a la vida consagrada y por las vocaciones misioneras y sacerdotales. Si el ser llamados es ya una gracia, doble gracia es mantenerse fieles y responder a través de la vida a las nuevas exigencia que cada día presenta la propia vocación. Se requiere madurez para hacer una opción definitiva y se necesita gran fortaleza para renovar constantemente el Sí que expresamos públicamente ante la Iglesia.
Especialmente felicito a Andrés, Enrique, Gabriel, José Carlos, Luis Fernando, Miguel, Miguel Ángel y Osvaldo, quienes el jueves pasado fueron ordenados presbíteros al servicio de esta Diócesis. Su juventud no es obstáculo para que desde ahora puedan ser verdaderos padres espirituales, pero alcanzarán mayor madurez en la medida en que vayan aprendiendo en la escuela de la vida y todos los acompañemos con afecto y los sostengamos con la fuerza de nuestra oración.