de Enrique Díaz Díaz
Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas
8 Mayo
Hechos 15,22-31: “El Espíritu Santo y nosotros hemos decido no imponerles más cargas que las estrictamente necesarias”, Salmo 56: “Alabemos y cantemos al Señor. Aleluya”, San Juan 15,12-17: “Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros”
Uno de los temas favoritos de la actualidad es el amor. Pero en esta palabra caben todas las posibilidades, desde la atracción física hasta la entrega más generosa. Se ha utilizado indiscriminadamente y ha terminado por significar todo y nada. En nombre del amor se construye y se odia, se destruye y se olvida.
Cuando escuchamos el mandamiento de Jesús entendemos que se refiere claramente a algo mucho más profundo que le ha dado sentido a su propia vida y que lo ha llevado a la plenitud. Por eso cuando nos da el encargo de amarnos los unos a los otros añade la forma en que debemos hacerlo. “como yo los he amado”. Es la conclusión de toda la comparación que había hecho de la vida del discípulo asemejándola a una vid, y la invitación a permanecer unidos y dar frutos. La señal será el amor que nos tengamos unos a los otros. Pero no cualquier amor, sino el verdadero amor que él mismo nos dice que es dar la vida.
No se trata como en el amor comercial de obtener beneficios y placeres sino de dar vida y dar la vida por las personas que amamos. Entonces, revisemos si nuestras formas de amar llevan a dar la vida a quienes amamos. Si es así, tendremos entonces un gran amor a la naturaleza para que pueda ser fuente de vida para los demás, tendremos una sana distribución de los bienes y no dejaremos que acaparen nuestro corazón, miraremos al otro como verdadero hermano, lucharemos por la justicia, por la verdad y por la verdadera paz. Todo esto lo hizo Jesús y lo hizo con verdadera alegría.
Hoy los cristianos tenemos este test para comprobar si realmente seguimos a Jesús, es la señal. No podemos ser cristianos e injustos, no podemos ser cristianos y egoístas, no podemos ser cristianos e indiferentes ante las necesidades de los hermanos. Este el encargo de Jesús y nos pide que lo vivamos como una señal, no como una esclavitud. Para esto nos ha elegido y para esto nos ha llamado. Si no vivimos el amor, estaremos defraudando en nuestra vocación porque somos llamados al amor.