de Rogelio Cabrera López
Arzobispo de Monterrey
17 de mayo de 2015
La solemnidad de la Ascensión, que hoy celebramos, en la que el Señor nos invita a evangelizar, es el marco ideal para la celebración de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.
Todos los cristianos estamos llamados a comunicar el Evangelio, no solo con palabras, sino en la realización de obras que manifiesten la coherencia entre lo que creemos y predicamos.
Este año, en el que el tema de la familia es motivo de estudio y profundización para la Iglesia, el Papa Francisco ha querido tomarlo como punto de referencia, ya que es “la familia el primer lugar donde aprendemos a comunicar”.
Actualmente, el uso de los modernos medios de comunicación, influyen fuertemente en el desarrollo de las relaciones familiares, ya que estos son un medio de apoyo para el encuentro, sobre todo con los más jóvenes, pero también pueden poner en riesgo el de por sí limitado diálogo en las familias, porque su uso inmoderado lleva a las personas a no escuchar, a vivir un aislamiento de la presencia de los demás.
El Papa hace un llamado para que en el uso de las tecnologías seamos nosotros los que establezcamos los límites, y no que sean ellas quienes dispongan hacia donde hemos de ir.
Toda familia debe ser un modelo de comunicación en el amor, por eso los comunicadores no deben olvidar el privilegio y delicado compromiso que tienen en la formación de la sociedad.
Los responsables de los medios de comunicación, no deben ver a sus audiencias como meros objetos de consumo, sino como personas con las que se comparte la información y el entretenimiento, con las que se tiene el deber de ayudarles en su desarrollo humano y social.
Dice el Papa: “Los medios de comunicación tienden en ocasiones a presentar a la familia como si fuera un modelo abstracto que hay que defender o atacar, en lugar de una realidad concreta que se ha de vivir; o como si fuera una ideología de uno contra la de algún otro, en lugar del espacio donde todos aprendemos lo que significa comunicar en el amor recibido y entregado”.
Uniéndome a las intenciones de esta Jornada, pido a Dios por todos los comunicadores, a quienes bendigo de manera especial, para que en el buen desempeño de su trabajo, sean colaboradores en el fomento del diálogo y desarrollo de las familias de todo el mundo.
+ Rogelio Cabrera López
Arzobispo de Monterrey