de Enrique Díaz Díaz
Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas
18 Mayo
San Juan I
Hechos 19,1-8:“¿Han recibido al Espíritu Santo, cuando abrazaron la fe?”, Salmo 67: “Cantemos a Dios un canto de alabanza. Aleluya”, San Juan 16,29-33: “Tengan valor, porque yo he vencido al mundo”
Cuando estamos más seguros, entonces tropezamos. Esto sucede con frecuencia y no aprendemos. Los discípulos expresan su confianza y su seguridad en haber comprendido las palabras y la misión de Jesús. Pero ¡qué lejos están todavía! Cuando lleguen el dolor, la dispersión y el sufrimiento, dejarán solo a Jesús. Por eso los quiere prevenir y asegurarles que no estarán solos sino que Él continuará con ellos.
No pueden basar su seguridad en sus propios méritos, sino en el triunfo del Señor. Los anima a que tengan valor porque Él ha vencido al mundo. El mal, el pecado, la corrupción no han podido vencerlo. Son palabras también para nosotros. Quizás hemos confiando mucho en nuestras propias fuerzas, quizás nos han dado seguridad las estructuras, quizás hemos aprendido mucho… pero todo esto en lugar de llevarnos a una falsa seguridad, deberá hacernos reconocer débiles y poner toda la confianza en Cristo Jesús.
Los tiempos actuales nos muestran como no podemos poner nuestra fe en los hombres: todos fallamos. Nuestra confianza tampoco debe ser en la riqueza o el poder. Todo se termina. Nuestra seguridad la pondremos en el Señor. Es cierto que habrá dolor y angustia, pero nuestra seguridad estará en el Señor. Jesús nos enseña que la paz puede darse junto al dolor porque no es al estilo de la paz del mundo: es la paz que brota de la fe en Jesús y de nuestro compromiso en su seguimiento.
Por otra parte la primera lectura nos ayuda a completar el sentido de esta semana: prepararse para recibir al Espíritu Santo. Pablo queda sorprendido cuando algunos discípulos aún no han recibido al Espíritu Santo y les impone las manos. Nosotros hemos sido bautizados y confirmados, pero necesitamos diariamente abrir nuestros corazones para recibir el Espíritu. Es obra de cada día adecuar nuestra vida y nuestra voluntad a la inspiración del Espíritu.
Esta semana terminará con la fiesta de Pentecostés, preparémonos con la oración, con la disposición y con la entrega al Señor.