de Emmo. Card. Alberto Suárez Inda
Arzobispo de Morelia
Estamos ya a tres semanas de las elecciones, en las que se definirá quiénes recibirán cargos en los municipios y responsabilidad de gobernar o legislar en los Estados. El domingo 7 de junio estamos convocados a votar todos los ciudadanos.
En la historia reciente de México y de otros países hemos tenido muchas experiencias negativas en el campo de la política. Con tristeza hemos de reconocer que los humanos estamos inclinados al pecado y que nadie está exento de afrontar tentaciones. Especialmente para quien ejerce la autoridad es fácil caer en la soberbia y en la ambición del dinero.
A pesar de todo ello, no podemos afirmar que la acción política sea sucia por naturaleza; más bien es una de las formas más altas y exigentes de vivir el servicio a los demás y, por lo mismo, de ejercitarse en la virtud de la caridad. Ciertamente se necesita una resistencia a toda prueba, pero esto es posible con la ayuda de Dios.
El Papa Francisco insiste en que es una obligación moral para los cristianos ser también buenos ciudadanos, y especialmente a los laicos les corresponde tomar parte en los asuntos de la vida pública. Oímos quejas y críticas hacia los partidos y los candidatos, pero lo peor que podemos hacer es no ir a votar. Los que prefieren abstenerse y no acuden a las urnas, dejan que otros decidan en su lugar.
Nadie está obligado a responder a encuestadores, ni antes ni después de las elecciones, por cuál candidato o partido tiene preferencia. El voto es secreto y libre y por lo mismo nadie debe sentirse presionado. Tampoco hay que dejarse impresionar por las encuestas que a diario se publican, la encuesta verdadera la conoceremos el día en que se publiquen los resultados.
Recomiendo a todos que se preparen a dar un voto razonado, que no lo hagamos a la ligera, ni menos aún demos el voto con un interés de recibir regalos o favores. Motiven a sus familiares y amigos para que ejerzan este derecho y así contribuyamos a construir una mejor sociedad.
Los cristianos estamos también obligados a orar por nuestros gobernantes, a fin de que el Señor les conceda sabiduría para encontrar soluciones que conduzcan a la paz y a la prosperidad del pueblo. Especialmente en estos días hemos de intensificar nuestra oración al Espíritu Santo para que anime a todos a participar con sentido de responsabilidad y así sepamos elegir a quienes nos han de guiar.