de Jorge Alberto Cavazos Arizpe
Obispo Auxiliar de Monterrey
El medio ambiente; entre la globalización, el despertar y la indiferencia
“…todos los cristianos estamos llamados a cuidar la fragilidad del pueblo
y del mundo en que vivimos.” (EG. No. 216)
Que Dios Padre creador de todo, y Quien ha puesto a Cristo como recapitulador de todas las cosas (cfr. Ef.1, 3-10), nos haga vivir su ser familia cuidando de toda la creación.
El Papa Francisco se ha expresado desde la óptica de Evangelii Gaudium sobre uno de los problemas que caracteriza nuestra era, esto es, el problema del medio ambiente, en términos de “Globalización de indiferencia” y “economía de exclusión”, haciendo énfasis sobre el déficit de responsabilidad que venimos cargando las actuales generaciones tanto con nuestro presente como con las futuras generaciones.
Si bien el avance en términos de tecnologías de producción industrial ha sido de gran utilidad para diversos sectores, como lo es, por mencionar alguno, el agropecuario, éstos se traducen principalmente en beneficios particulares que no alcanzan a resolver el problema de hambre, marginación y pobreza, y, por otra parte, han contribuido al deterioro del medio ambiente sobreexplotando los recursos naturales sin un debido plan sustentable.
Sin embargo, el avance científico y tecnológico sigue siendo una buena alternativa para avanzar en los temas más apremiantes que provocan el estado actual de indigencia en muchos sectores del mundo, siendo así necesario un verdadero control estratégico, con conciencia ecológica, que garantice la sustentabilidad ambiental, pero sobre todo, el superar las estructuras injustas, de las que habla el Papa Francisco, como obstáculo para una organización adecuada y sostenible, para una distribución justa de la producción.
En materia ambiental existe un gran reto. Los efectos de las acciones irresponsables que responden a una ambición desmedida de ciertos grupos de poder, que han puesto por encima del cuidado del medio ambiente sus intereses económicos, están a la vista.
Según la OMS:
- Si el medio ambiente fuera más saludable, cada año se podrían evitar hasta 13 millones de defunciones.
- En los niños menores de 5 años, un tercio de las enfermedades son causadas por factores ambientales.
- Un mejor saneamiento del medio ambiente permitiría evitar un 40% de las muertes por malaria, 41% de las muertes por infecciones respiratorias y 94% de las muertes por enfermedades diarreicas en los países subdesarrollados.
- En los países desarrollados, un medio ambiente más saludable permitiría reducir considerablemente la incidencia de cáncer, enfermedades cardiovasculares, asma entre otros muchos males.
- Los factores ambientales influyen en 85 de las 102 categorías de enfermedades y traumatismos enumerados en el Informe sobre la salud del mundo.
Muchos de estos factores ambientales están enmarcados por el cambio climático global. Si bien existen factores naturales que influyen en este cambio climático, como son las erupciones volcánicas, también y principalmente intervienen las causas antrópicas, esto es, la quema de combustibles fósiles, la tala de bosques, entre otros, en los cuales no está exento el factor de la corrupción.
En efecto, la respuesta global al cambio climático requiere esfuerzos de cooperación a todos los niveles; locales, regionales, internacionales, en los que se encuentra involucrada una necesaria transformación económica y de recursos, y algo que obstaculiza y frustra estos esfuerzos es la corrupción, entendida como el ejercicio del poder para beneficio propio.
La corrupción atropella la vida de las personas, aniquila sus medios de subsistencia, frustra el proyecto de justicia en todos los ámbitos; económicos y sociales. Es verdad que afortunadamente existe un despertar social de alcance internacional sobre el tema del medio ambiente. Son sumas considerables de recursos económicos los que se destinan a proyectos para mejorar el medio ambiente, sin embargo, donde existe la oportunidad de ganar dinero no tarda en manifestarse la corrupción.
Tristemente quienes menos recursos tienen son los más afectados, no sólo por el cambio climático, sino por la corrupción. Dice el Papa Francisco que “el afán de poder y de tener no conoce límites”, y se constata en muchas acciones desmedidas en contra del medio ambiente con una intensión lucrativa. Pareciera que son inconcebibles acciones directamente provocadas contra el medio ambiente con la única intención de sacar provecho económico, sin embargo, no está lejos de la ficción, al contrario. Contaminación de ríos e incendios forestales provocados son ejemplo de lo anterior.
En este contexto, la Iglesia sigue alzando su voz para promover una conciencia ecológica, donde se supere la indiferencia, se promueva la participación a todos los niveles de la sociedad, la transparencia en la rendición de cuentas, el respeto a la legalidad, la lucha contra la corrupción.
Vivimos en la era de la globalización caracterizada por el deterioro del medio ambiente, el despertar de la conciencia ecológica de muchos pero también la indiferencia de muchos otros, la corrupción como cáncer estructural que es necesario derrumbar.
Por ello, las pautas que el número 474 del Documento de Aparecida, aunadas a la nueva encíclica, que está por salir de S. S. Francisco, nos deben invitar a trabajar personal y comunitariamente en la protección y cuidado del medio ambiente:
a) Evangelizar a nuestros pueblos para descubrir el don de la creación, sabiéndola contemplar y cuidar como casa de todos los seres vivos y matriz de la vida del planeta, a fin de ejercitar responsablemente el señorío humano sobre la tierra y los recursos, para que pueda rendir todos sus frutos en su destinación universal, educando para un estilo de vida de sobriedad y austeridad solidarias.
b) Profundizar la presencia pastoral en las poblaciones más frágiles y amenazadas por el desarrollo depredatorio, y apoyarlas en sus esfuerzos para lograr una equitativa distribución de la tierra, del agua y de los espacios urbanos.
c) Buscar un modelo de desarrollo alternativo261, integral y solidario, basado en una ética que incluya la responsabilidad por una auténtica ecología natural y humana, que se fundamenta en el evangelio de la justicia, la solidaridad y el destino universal de los bienes, y que supere la lógica utilitarista e individualista, que no somete a criterios éticos los poderes económicos y tecnológicos. Por tanto, alentar a nuestros campesinos a que se organicen de tal manera que puedan lograr su justo reclamo.
d) Empeñar nuestros esfuerzos en la promulgación de políticas públicas y participaciones ciudadanas que garanticen la protección, conservación y restauración de la naturaleza.
e) Determinar medidas de monitoreo y control social sobre la aplicación en los países de los estándares ambientales internacionales. (AP No. 74)
En esta misma línea, la Comisión de Pastoral Laboral, tenemos el proyecto de realizar un encuentro para reflexionar sobre la Encíclica Nueva del Papa Francisco, sobre el Medio Ambiente, y hacer los proyectos una realidad. Más adelante les estaremos dando detalles sobre dicho encuentro. Los invito encarecidamente a interesarse por esta encíclica próxima en salir, para leerla, y que sea guía de nuestra fe.
Que Dios, Nuestro Señor nos permita ser instrumentos responsables y activos en la transformación de nuestro mundo, creando así, una sociedad más justa, más consciente, y más comprometida a favor de una vida verdaderamente digna, en beneficio de las generaciones presentes y futuras.
+ Jorge Alberto Cavazos Arizpe
Obispo Auxiliar de Monterrey
Encargado de la Dimensión Episcopal Laboral,
Medio Ambiente, Economía Solidaria y Jornaleros