“Educar en los valores morales y espirituales auténticos”. Es tema muy importante y necesario, porque esta clase de Valores, son los cimientos, de una sociedad de calidad moral. Una educación de calidad auténtica, no descuida estos Valores, orienta al educando a la contribución responsable, para una sociedad más justa. La educación de calidad, no se concreta a transmitir fragmentos científicos o técnicos, sino que incluye la formación de los valores morales y espirituales; para preparar al educando a la recta transformación social. Siempre la educación ha despertado, estudios y trabajos; y nuevamente hoy se vuelve sobre este tema de la educación. Ojalá que todos los que nos dedicamos al Magisterio, sepamos comprender mejor nuestra misión, no sólo de transmitir fragmentos teológicos, filosóficos o científicos, sino de saber valorar la personalidad del educando y tratar de evitar una educación uniforme, sin tener en cuenta las diferencia individuales del educando. Debemos adaptarnos, para ayudar al educando en la educación de su temperamento y formación de su personalidad. Para que los educadores, cumplan bien con su misión, deben tener presente siempre, cuál es el fin de la educación. Esta palabra es de origen latino, procede del verbo -e-ducere- que significa hacer salir. Por esta raíz la educación extrae y saca a la luz del día, todas las riquezas, todas las bellezas morales, todas las facultades vitales que oculta en el interior el educando. Estos conceptos son por razón del nombre. Es pues una definición nominal. La real es: Educación es una ciencia y un arte que dan al educando, no sólo la posibilidad, sino la facilidad de llegar a ser él mismo; desarrollando todo su ser, de tal manera que pueda vivir su vida con plenitud y belleza moral, para felicidad de los demás y propia y obtener así el fin para el que fue creado y puesto en el mundo temporal. La auténtica educación, abarca a la vida humana en todas sus formas: sensible, espiritual, intelectual, individual, familiar y social, para elevarla y perfeccionarla. Una educación que sólo se concreta a transmitir contenidos abstractos, sin referencia a la vida social, con puros métodos didácticos pasivos, memorísticos, centrados en la información y no a la acción, que no fomenta el espíritu crítico, frente a situaciones culturales deshumanizantes y no fomenta la capacidad creativa para realizar tareas humanizantes, es una educación deficiente, no auténtica, que sólo conduce al “tener más” y no al “ser más”. Debemos tener presente que la educación es responsable en parte del futuro de la sociedad y del hombre, que es el artífice principal del éxito o fracaso social.
ESPEJO SOCIAL
La educación es como un espejo en el que se refleja la sociedad en sus diferentes facetas. De aquí la importancia de relacionar la ciencia con los valores espirituales y humanos del educando. Sí se habla de una educación integral, debe abarcar a las dos partes que forman al hombre que son: materia y espíritu. Debemos tener en cuenta que lo importante, no es la cantidad de conocimientos fragmentarios científicos de los alumnos; no basta la ciencia, sino que se requiere la sabiduría y enseñarles a observar, a discernir, a admirar, analizar los diversos contenidos de la cultura que les toca vivir y asimilar lo positivo y rechazar lo negativo. Debemos desarrollar en los educandos el espíritu crítico y sepan discernir las consecuencias de lo que eligen y por lo que optan; que con frecuencia son superficialidades en todos los aspectos. Si se quieren cambios sociales, hay que formar hombres críticos y responsables, que quieran, “ser” y no “tener” más. El ser tiene primacía en los cambios sociales y en el desarrollo de los países. La educación auténtica e integral, procura formar en los educandos, la capacidad de discernimiento, de los valores y antivalores. La buena educación será fuerza de cambio en la medida en que forme en el ser humano una conciencia moral crítica. Si el sentido moral está atrofiado, habrá una conciencia con tendencia a la perversidad y será atraída irresistiblemente por el mal moral. La conciencia educada, se rige por el bien y busca la felicidad en su realización. No coacciona, habla, aconseja y sin violencia exige una conducta recta. Su misteriosa voz resuena, tranquila y fría. Dicen que la conciencia es profeta en los avisos que da; rey en la afirmación imperiosa de sus orientaciones y sacerdote en sus bendiciones o maldiciones que da. Y no olvide que frente a la razón, tenemos el instinto, al placer, a la comodidad y nos impulsa y arrastra. En cada instante de nuestra vida oímos en el fondo de nuestro interior, estas dos voces contrarias, que luchan como adversarios, por nuestro dominio. El comportamiento social, es un reflejo de la clase de conciencia que se tenga. De aquí la importancia de que la formación de los educandos, no sea solo de transmisión de fragmentos científicos, sino de la educación de su conciencia. Si esta se descuida, se deforma y se falsea. La educación de la conciencia requiere ilustración y fortaleza. Hay que enseñarle lo que es bueno o malo moralmente hablando. El educando debe tener presente la bipolaridad de los valores, que es la característica por la cual los valores se dan por pares, uno positivo y otro negativo y hay que saber optar, por la apariencia que se da también en algunos de ellos. La ceguera axiológica que reina en la sociedad, es también fruto de la mala educación que se recibe. Para mucha gente, no hay diferencia entre los bueno y lo malo; entre lo que se hace y lo que se debe hacer, entre lo que es de hecho y lo que es de derecho. Urge que la educación incluya la formación axiológica.
LA JERARQUIA DE VALORES
La buena educación incluye la formación de hábitos buenos, no en ahogar la personalidad del educando, sino en dirigirla, no en paralizar sus energías, sino en disciplinarlas; no en reprimir su impulso vital, sino en orientarlo hacia el bien, hacia la recta jerarquización de los Valores. Hay muchos valores, pero no todos son iguales. No tienen el mismo valor lo material que lo espiritual, lo humano o lo divino, etc., Y el educando tiene que adquirir una criticidad que le haga ver y dar su justo lugar a los Valores infrahumanos, que son comunes con los animales irracionales y los Valores humanos, que son específicos del hombre. Los Valores Morales, que son la belleza moral del ser humano; y los Valores religiosos, que están en la cumbre de esta jerarquía, porque ponen al hombre en comunión con Dios y por lo mismo lo perfeccionan de un modo superior. La correcta jerarquía de valores vivida a nivel personal, familiar, social, proporciona una eficaz orientación de la vida humana, que tiene como meta final, la vida eterna. Ojalá que se rectificara y se realizara bien el término educación. No olvide que educar correctamente es: rectificar sin suprimir, dirigir sin deformar; suavizar sin constreñir; conservar en la persona del educando, toda su belleza moral y originalidad. Una educación represiva, en lugar de formar, deforma y pervierte. Usted como padre de familia, como maestro y todo educador, adopte la educación preventiva y positiva que es la correcta y prepara para vivir en plenitud la vida temporal, en forma correcta y rica en obras buenas que lo hagan merecer ser aprobado, para entrar a la vida eterna. La educación integral, implica el buen desarrollo de lo científico, de lo físico y de lo espiritual, que producen una mejora personal, integra y buena, en beneficio de la convivencia social. Sin esta clase de educación integral la “educación” es incompleta. Hay que educar, para saber amar, saber disfrutar las fiestas, saber ser verdaderamente libres, no libertinos, saber ser amigos y saber vivir como seres humanos, no como los animales. ¡Reflexione! ¡Arriba y adelante! Porque la educación de calidad, implica el desarrollo armónico de estas dimensiones. Y como se está tratando este tema de la educación, a nivel nacional, ojalá que reflexionen en estos elementos que se requiere, para una buena educación de gran calidad, que hará crecer en esta clase de valores.