“VER PARA CREER. NO ES FE” ¡EN CAMBIO, DICHOSOS LOS QUE CREEN SIN HABER VISTO!

​Hoy es el Segundo Domingo de Pascua. La Liturgia Católica nos presenta a la Iglesia como comunidad resultante de la vivencia de la Pascua. Una comunidad siempre en auge y solidaria de creyentes que aceptaban el gran acontecimiento de Jesús Resucitado. Es la Resurrección de Cristo, la fuerza dinámica que puso en marcha a la Iglesia, siempre llena de un optimismo comunitario que como fermento todo lo impregnaba. Hoy vemos a la Iglesia, como una comunidad unida por la fe y la caridad teologales, virtudes propias de quienes aman a Dios y a los hermanos en Cristo. El triunfo de Jesús sobre la muerte y el pecado, es el que da origen a esta gran comunidad de elegidos y santificados, unidos por esa caridad, fundamentada en la autenticidad de la fe, hecha vivencia cristificante, para no quedar en pura filantropía pietista. El centro de esta comunidad eclesial es CRISTO JESUS, que le infunde su paz santificadora y su alegría vivificante, para que viva en la comunión de fe y amor. Al lado de todo, está Tomás “el gemelo”, el ausente. No estuvo presente en la primera aparición y no creía en el testimonio de sus compañeros que le comunicaban llenos de alegría la presencia del MAESTRO RESUCITADO. Presuntuoso precursor del positivismo y obstinado en su incredulidad, exigía VER Y TOCAR para poder creer y aceptar lo que le estaban diciendo los demás miembros de la naciente Iglesia. Para él, todo había terminado. Estrecho y receloso, no quiere vivir de ilusiones, con la muerte del MAESTRO, su horizonte ya reducido, se cierra completamente. A su pesimismo natural, se junta la decepción y no cree en la noticia gozosa que le comunican. Hasta después de obtener lo exigido, desagravia a Jesús diciéndole: “SEÑOR MIO Y DIOS MIO”.
 
​Existe un paralelismo en la Pasión histórica: “Cristo-Iglesia” en el transcurso del tiempo. La Apoteosis Mesiánica del Domingo de Ramos, se repite en los siglos medievales. Estos, eran teocéntricos; y a pesar de todos los absurdos religiosos y sociales, la sociedad entera se vinculó a Dios en el Misterio de Cristo y en torno a su Iglesia. Esto molestó a la historia y entre bastidores comenzó a incubarse el odio contra Cristo y su Iglesia. Y así apareció EL PROTESTANTISMO, EL GRAN PARASITARIO DEL CRISTIANISMO con su concepción pesimista del hombre, afirmando que éste, es incapaz de regeneración interna. EL DEISMO INGLES que proclama un cristianismo de la razón y despoja a Cristo de su divinidad. EL ENCICLOPEDISMO FRANCES, que intenta despojar al cristianismo de la realidad histórica de Cristo. EL IDEALISMO ALEMAN, que termina por hacer de Cristo y del Evangelio histórico, un puro engendro de la razón “práctica” mitificada y caprichosa. EL LIBERALISMO, que es explosión suprema del egoísmo humano. EL MATERIALISMO EXISTENCIAL Y PRACTICO, es la negación radical de Dios, de Cristo, de lo trascendente y de la Iglesia. El existencialismo es consecuencia del liberalismo antropocéntrico y del materialismo integral. Según Friedrich Wilhelm Nietzsche, quien fue considerado en su época como el Anticristo, que procuraba una raza de hombres que a fuerza de voluntad fueran verdaderos amos de la tierra, afirmaba que de: “Dios, hasta la idea y el concepto son nocivos. ¡Dios ha muerto!; Cristo es un cadáver putrefacto, el cristianismo, un fenómeno social necrosado”. Entre todas estas mentalidades nefastas también está el POSITIVISMO que floreció gracias a los inventos científicos, que produjeron un ingenuo entusiasmo, por los resultados obtenidos y una esperanza optimista sobre los problemas futuros de la humanidad. El Positivismo científico pide atenerse a los hechos concretos y no perderse en los cielos abstractos de la fantasía o de la filosofía ya que la ciencia es la única fuente de verdad. Todos los problemas se resuelven por la razón científica. Sólo es verdadero lo que la ciencia demuestra y comprueba, porque según Augusto Comte y sus seguidores, no hay otro medio de conocimiento científico, que los sentidos y el hombre no puede conocer más que la materia y sus leyes.
 
​Es desconcertante la forma de pensar de todo este tipo de mentalidades; porque es falso que el hombre no tenga otro medio de conocer más que los sentidos. El hombre también tiene inteligencia con la que puede estudiar los seres inmateriales entre los cuales está Dios a quien no se le puede encuadrar en esquemas humanos. Es falso que la ciencia lo explica todo y que resuelve todos los problemas. Ciertamente la ciencia ha avanzado mucho, pero no ha resuelto muchos problemas que aquejan a la humanidad; hay bastante comodidad gracias a la ciencia y a la técnica. Pero falta mucha felicidad. Porque a muchos les falta Dios. Y negar su existencia porque no podemos conocerlo por conducto de los sentidos, es tan lógico y cuerdo como negar el perfume de la rosa, porque no podemos percibirlo por los ojos. “VER PARA CREER”. Y como no se ve el aroma del perfume; entonces la rosa no tiene perfume. Las Verdades reveladas, no caen dentro del ámbito científico. Se aceptan por la fe. ¿QUE ES LA FE?  Es una virtud sobrenatural por la que, con la inspiración y ayuda de la gracia de Dios, creemos ser verdadero lo que por El, ha sido revelado, no por la intrínseca verdad de las cosas, percibida por la luz natural de la razón, sino por la autoridad del mismo Dios que revela, el cual no puede engañarse, ni engañarnos. La fe es un regalo de Dios, que infunde en el entendimiento y rebasa y trasciende todo el orden natural y es imposible por lo mismo tenerla, por las solas fuerzas naturales. Dios se comunica a los humildes, a los que están dispuestos, a los que reconocen su pequeñez, su incapacidad, su condición de creaturas y se entregan amorosamente a El. Jesús agradece al Padre Celestial, el haber revelado cosas grandes y maravillosas a los sencillos y no a los sabios. El objeto de la fe es el mismo Dios y su autoridad o Jesús en cuanto en Él se manifiesta el poder de Dios que revela y que por SABIDURIA INFINITA no puede engañarse, y por su INFINITA VERACIDAD no puede engañarnos. Aunque la fe sea un Don de Dios, es también una respuesta del hombre, manifestada en la obediencia, es decir: en la renuncia a la propia voluntad y sabiduría y en la sumisión plena a la voluntad de Dios. El que dice por ejemplo: “Yo creo en Dios pero no en la Iglesia. Yo creo en todo lo que la Iglesia enseña, menos en esto”, etc., no tiene fe católica. Porque muestra claramente que el motivo de su fe, no es la autoridad de Dios que revela, sino su propio criterio o capricho, en virtud del cual acepta o rechaza lo que le parece o no le parece bien. Esta actitud destruye el MOTIVO FORMAL, de la fe, que es la autoridad de Dios, sustituyéndolo por otro completamente distinto, que es su propio criterio o capricho. Esta persona no tiene fe. Y sin la fe, es imposible agradar a Dios (Hebr. XI, 6). Y Jesús dijo a sus apóstoles momentos antes de su Ascensión al cielo: “Vayas por todo el mundo y prediquen el Evangelio a todo hombre. El que crea y es bautizado, se salvará; pero el que no CREA, será condenado” (Mc. 16, 15-16). Está claro que Dios no justifica ni salva a los adultos, sino por sus obras buenas realizadas bajo la moción e influjo de la fe. A excepción de los paganos o infieles a quienes nunca ha llegado el mensaje evangélico. Si esta persona ha vivido en la selva o lejos de la evangelización, si observa la ley natural de: Hacer el bien y evitar el mal, de seguro Dios le ayudará de alguna manera para que se salve. Como al centurión Cornelio (Act. 20)
 
​Para terminar tenga presente que la fe es: CREDITO, confianza y no de CONTADO: “Ver para creer”. Y los pecados contra la fe son: la superstición, la infidelidad, la apostasía, la herejía, la duda, la ignorancia y los pecados de omisión, que son aquellos en los que se omiten actos, que deben ejercitarse. Y los peligros son: Trato con acatólicos en temas de fe, lectura de libros heréticos, la escuela laica, la soberbia y el orgullo. Usted diga: “CREO SEÑOR, AUMENTA MI FE”. Porque no tener -fe- es la mayor de las desdichas. El que no tiene fe, no puede satisfacer a una serie de preguntas que irremediablemente, le hace la voz de la conciencia. Es desastroso, no tener fe. ¡Reflexione! La fe tiene que atravesar los túneles, las oscuridades, las crisis, pero cada crisis debe ser una crisis de crecimiento. Porque Jesucristo, es fundamento de la fe. Dios ha hablado a la humanidad de muchas maneras, por medio de los profetas y últimamente nos habla por medio de su Hijo (Heb. 1, 1) Y esta última revelación de Dios Padre, pone de manifiesto, de una manera única y especial que es la base de nuestra fe; porque Cristo, si conoce al Padre. La Cruz  y la Resurrección, son la consumación del camino de la vida, de las obras y de los signos de Jesucristo, al que hay que adorar con una fe: firme, sincera y seguir su ejemplo. Que su fe, nunca venga a menos, sino por el contrario, que vaya creciendo y desarrollándose, para producir frutos abundantes para la vida eterna. ¡Arriba y adelante!